jueves, 7 de junio de 2012

Rutina

Comenzamos un viaje con destino predeterminado, sin embargo no sabemos como llegaremos a él.


Abordo un móvil sin nombre que me dirige donde tengo que tomar la decisión de seguir de seguir adelante o hacer un pare en el camino para pensar un poco en el futuro.


Me muevo en dirección al tren de la diversidad. Pago mi pasaje y guardo unos pocos para asegurarme de poder volver cuando guste. Me sumergí en su territorio encontrando una variedad de colores y seres totalmente desconocidos, cuando de pronto en alto parlante da una señal confusa pero amigable de que el tren seguirá el recorrido y todos deben abordarlo.


Ya dentro, solo pienso en dejar todo atrás y llegar pronto a destino, pero todos llaman mi atención ahora, me miran sin razón aparente finalmente soy solo una más compartiendo su camino. Volteo y veo a una mujer pragmática, nerviosa y curiosa que advierte mi presencia tratando de averiguar que es lo que llevo en mis manos, pero yo la ignoro y continúo observando a mi alrededor, pero mientras me baño en aromas y esencias nunca antes experimentadas mi tiempo en el tren llega a su fin. Sin darme cuenta debía descender y en mi salida solo encuentro escaleras infinitas, y sin opción de continuar por otro sitio comienzo a subirlas. Me encuentro en un camino oscuro y lleno de agonía, me siento extraña, es como si cada peldaño absorbiera un poco de mí.


Llego a la salida, ésta se ilumina de manera tal que mis ojos no logran ver que hay al final. Doy un paso al frente y como una advertencia una carroza mortal pasa frente a mi con la suerte de poder esquivarla, doy un gran suspiro pensando en que podría haber acabado con mi vida, pero sin embargo no me importó mas siento aún la agonía que despedían aquellas escaleras.


Doy la vuelta y espero en la parada del bus, pensé que por fin tendría un momento de tranquilidad y descanso pero no sería así. La espera se hizo eterna, pasaban miles de buses tomando a las personas con sus lianas, a las entraban a presión dejándolas acomodadas en el interior, pero aún no pasaba el mío, ninguno de ellos me tomaba.


Miré a mi alrededor y aquellas personas se convertían en pulpos enardecidos por tomar su liana y ser transportados a su destino. De pronto veo uno que podría llevarme entonces tomé una liana, pero con la fuerza que me sostuve la liana cedió y caí, alzo la vista y otro bus lanzaba sus lianas lo más cerca de mi , tomé una de ellas y me mantuve firme, tomé un lugar dentro del bus pero no me sentía cómoda, pues no me llevaría directo a destino, pero por lo menos haría de éste viaje más corto. Junto a mí iban extrañas criaturas algunas muy similares a personas, otras más bien parecidas a zorros, espinas y lanzas, pero dejaría todo atrás.


Por fin desciendo con suavidad, camino por un lugar precioso lleno de vegetación hasta encontrar una puerta abierta que es la que yo estaba destinada a abrir.