Serie Antiheroínas presenta:
FRUTA PROHIBIDA
Segunda edición, 11 de enero del 2013
Escrita por Carolina Tasayco Peñafiel
Todos los derechos reservados.
Esta prohibida su copia o reproducción total o parcial.
Te mataré si me copias.
Uno no se enamoró
nunca, y ése fue su infierno. Otro, sí, y ésa fue su condena.
La
vida, la noche, tu duermes, te contemplo, la mañana, el sol, te vas, me dejas.
¿Mañana
te veré?
C.T
Introducción
Me presento como la anti heroína más autodestructiva que se me
permita ser. No necesito tu lastima, no estoy aquí para que hagas comentarios
tristes o estupidos sobre mi forma de ser o mi estilo de vida.
Soy Julieta, pero no tengo a ningún Romeo, es mas dudo que algún día lo tenga. Odio mi cursi nombre, porque desde niña mas de una idiota me a jodido preguntándome ¿Dónde esta mi Romeo?
¿Y que pasa si yo no quiero un Romeo?
Tengo 19 años y un largo expediente lleno de conflictos internos, con las mas autodestructivas ideas, no me preguntes ni te preguntes ahora el por que, es mejor que lo leas.
Aunque a veces, no se necesita una justificable razón para hacerlo, para cortarte, para drogarte o querer matarte, simplemente lo haces por que quieres salir de esta mierda que te rodea, quieres escapar de todos y sobre todo de ti misma.
A estas alturas de mi vida, eh evaluado seriamente algo.
¿Por qué el pecado de Adán fue comerse la manzana de Eva?
¿Por qué la manzana es algo prohibido?
¿Qué es realmente la manzana?
¿Por qué lo bueno tiene que ser prohibido?
Bienvenido a mi mundo, abróchate los cinturones e intenta no cerrar los ojos cuando sientas que te duela mas leer.
Soy Julieta, pero no tengo a ningún Romeo, es mas dudo que algún día lo tenga. Odio mi cursi nombre, porque desde niña mas de una idiota me a jodido preguntándome ¿Dónde esta mi Romeo?
¿Y que pasa si yo no quiero un Romeo?
Tengo 19 años y un largo expediente lleno de conflictos internos, con las mas autodestructivas ideas, no me preguntes ni te preguntes ahora el por que, es mejor que lo leas.
Aunque a veces, no se necesita una justificable razón para hacerlo, para cortarte, para drogarte o querer matarte, simplemente lo haces por que quieres salir de esta mierda que te rodea, quieres escapar de todos y sobre todo de ti misma.
A estas alturas de mi vida, eh evaluado seriamente algo.
¿Por qué el pecado de Adán fue comerse la manzana de Eva?
¿Por qué la manzana es algo prohibido?
¿Qué es realmente la manzana?
¿Por qué lo bueno tiene que ser prohibido?
Bienvenido a mi mundo, abróchate los cinturones e intenta no cerrar los ojos cuando sientas que te duela mas leer.
Lara Grey - Literatura Creativa III
Capítulo 1
Lara
Al despertar, sentí su olor a mi lado.
Pero ella ya no estaba.
Otra vez se había largado sin decir adiós.
Bostecé y me acurruque en la cama, mirando su
espacio vacío. Ese lado de la cama, que aún tenía la marca de su cuerpo entre
las sábanas. Sonreí como una tonta, y luego bostecé intentando volver a dormir,
hasta que recordé que era lunes y tenía clases.
Mierda.
Mire la hora. Eran las 9:15am. Mi clase con
Gasterumendi era a las 8:30am. Estaba perdida.
Levante mi ropa del suelo y me la fui poniendo
mientras me cepillaba los dientes. Sabía que el profesor no me volvería a
perdonar esto. Tenía tardanza en todas sus clases y si no me botaba era porque
era buen amigo de mi padre, o mejor dicho, mi padrastro. Jale mi mochila y baje
corriendo por las escaleras con el perfume que me regalo mi madre en la mano.
Prácticamente me bañe con él, para que se vaya el olor a fiesta que aun traía
encima.
A pesar de que el profesor Gasterumendi insiste
que tengo “problemas personales” mi rendimiento en la clase de Literatura Rusa
no era nada malo, tenía un buen desempeño y sobre todo era real. Me gusta
Vasili Grossmann, Tolstoi, Dostoievski, Anton Chejov y sus demás
colegas. Además estaba en la facultad de Literatura por propia voluntad, me
gusta leer mucho, y tenia la fantasía ya no tan fantasiosa de ser escritora, dedicarme
a escribir y vivir de ello.
Me metí a mi carro,
saque mi celular y le envíe un mensaje de texto a Emily. Me dolía la cabeza, necesitaba
de un trago y ver a Emily otra vez. Esa chica realmente me gustaba. Hasta ahora
no entendía como se pudo haber fijado en mí. Maneje a toda velocidad, volándome
un par de semáforos rojos y al fin llegué a la universidad. Me fije en la hora,
ya eran casi las diez de la mañana. Estaba perdida. Entre de puntillas al aula,
tire mi mochila al piso y me senté en silencio, mientras Gasterumendi apuntaba
algo en la pizarra.
-
Y quizás, si
Carol ni John Garrard, no hubieran tenido la valentía de publicar “La vida y el
destino”, posiblemente nunca hubiéramos leído tan excelente obra, o no Señorita
Grey – dijo dirigiéndose a mí – Por cierto ¿sabe usted qué hora es? – dijo
cruzando los brazos, mientras levantaba una ceja
-
Lo siento,
tuve una emergencia familiar – dije en tono de disculpa
-
¡Guau! Ya veo
que su familia se la pasa en emergencias
-
Mi abuela
falleció
-
Su quinta
abuela muerta del ciclo – todos en clase rieron y él se acercó a mí con un
papel – retírese por favor y si le dan de alta, es bienvenida a regresar a mi
clase
Sostuve el papel
amarillo que llevaba mi nombre.
Era lo que ya me
esperaba, me había amenazado con hacerlo y sabia que no iba a tardar en
cumplirlo, le había dado más de un motivo y lo de hoy lo remato. Debí haber
dicho abuelo en vez de abuela.
Era una cita con la psicóloga.
Mierda.
Hubiera preferido
que me bote de la clase.
Salí del aula ante
la mirada de todos y camine por el pasillo desierto.
¿Por qué rayos tenía
que enviarme al psicólogo? Yo no tengo ningún problema. Ninguno. Lo juro.
Quizás dormía mucho en las mañanas, porque bueno, a veces trasnochaba con
Emily, pero… ¿A caso eso era un
problema?
Me fije en el papel
y vi que la cita era para hoy a las diez de la mañana. A esa hora tenía Lingüística
y la vieja Mendieta ya me la había jurado. Ahora que lo pienso, la mayoría de
profesores me la tenían jurada.
Me fui a la
cafetería a hacer hora y comer algo, creo que no había probado bocado alguno
desde ayer, a veces estar de fiesta te hace olvidar cosas importantes como
comer o bañarte, en fin. El campus de la católica estaba casi desierto, había
uno que otro vago tirado en el césped mirando el cielo. Pedí una hamburguesa
con kétchup y mostaza. Me la comí despacio hasta casi las diez y me fui a
cambiar la cita con la psicóloga para no tener más problemas con Gasterumendi y
menos con la vieja Mendieta por llegar tarde a su clase.
Fui al departamento
de bienestar social y me plante en la puerta del consultorio psicológico.
Cuando estuve a punto de tocar, unos gritos me hicieron desistir. Estuve a
punto de irme corriendo de ahí, pero antes de siquiera moverme, fui envestida por
un fuerte portazo en la nariz.
-
Julieta
vuelve aquí – dijo una mujer de unos 50 años que iba tras ella, asumí que era
la psicóloga
-
¿Para que? ¿Para seguir llenándome con tu mierda?
-
Muestra un poco mas de respeto, no estas hablando
con tus amiguitos – dijo la mujer con las manos en la cintura
-
¿Mis amiguitos? Uy si me había olvidado que era “promiscua”
- Hizo comillas con sus dedos
Ella volteo la mirada y se fijó en mí. Yo estaba
tocándome la nariz, me dolía y estaba empezando a sangrar. Maldición era lo último
que me faltaba, ahora me mandaban a la enfermería y llegaba tarde donde
Mendieta también. La chica me quedo mirando fijamente, se le veía furiosa, por
un momento pensé que me lanzaría un puñete para terminar de romperme la nariz.
Tenia los ojos grandes y rojos, no se si
estaban así por la rabia o porque estaba muy drogada. Aunque por la forma que
iba vestida, opto por la segunda opción.
-
¿Te lastime? – me pregunto, olía a manzanilla y
pintura
-
Supongo que estaré bien – puse mi cabeza hacia
atrás para evitar sangrar mas
-
Eres Lara, ¿cierto?
-
Si… - quise decirle mas pero la mujer me
interrumpió
-
Pasa por favor – me dijo tocándome del brazo y
dirigiéndome a su consulta - y tú, te quiero ver la próxima semana aquí, ¿escuchaste?
La psicóloga me metió dentro de su oficina y
siguió hablando un par de cosas con ella, luego entro ladeando la cabeza y
colocándose unos lentes, cuando cerraba la puerta, la chica con olor a
manzanilla seguía fuera y pude verla sonriéndome antes de salir corriendo del
pabellón.
Sentí una extraña sensación en el estomago, no
eran mariposas, tampoco gases. Era algo raro que no era feo, pero te daban
ganas de vomitar de los nervios, era como si tuviera hormigas caminando
locamente desde mi estomago hasta mi garganta.
Ella es una de las pocas personas que me habían
sonreído en la
universidad. No miento. Sólo tengo un amigo en la facultas.
Mike. Bueno, me hablo también con un par de chicas de la facultad, pero esas
solo sirven para ir a tomar un trago o bailar. Pero en la universidad, después
de Mike quien me sonreía, porque él le sonreía a todos, nadie más lo había
hecho. Yo soy como la oveja negra de literatura, y no solo porque me visto de
negro, fumo y bebo, si no porque no soy sociable y no tengo el prototipo de mis
demás compañeras, que usan ropa descolorida, tienen el cabello amarrado y la
mayoría usa lentes con lunas gruesas.
-
Toma asiento por favor querida, ¿necesitas alcohol
con algodón? – dijo abriendo el botiquín
-
Si gracias, ¿Quién era ella? – le pregunte como
quien no quiere la cosa mientras recibía el algodón con alcohol
-
Una más de las desorientadas de Arte – movió los
ojos como si se arrepintiera de haber dicho eso
-
¿Otra oveja negra eh? – le dije empapando el
algodón con alcohol, mientras echaba la cabeza hacia atrás
-
Otra oveja negra – dijo sin mirarme
Se sentó frente a mí y comenzó a sacar unas
fichas. La hemorragia estaba parando. Gracias a Dios. La psicóloga me pidió mis
datos y comenzó a rellenarlos en la hojita. Yo respondía por inercia, había
olvidado la clase de lingüística con el dolor que aun sentía en la nariz y los
ojos insistentes de quien me provoco el dolor, claro sin olvidar su sonrisa
torcida.
-
Lara, ¿Porque crees que te envío aquí el profesor
Gasterumendi?
-
No lo sé – recordé lingüística y saque mi horario
de clases del bolsillo de mi pantalón
-
No te habrá enviado aquí porque siempre llegas
tarde a su clase y encima traes olor a alcohol con cigarrillos
-
Solo fue una vez, oiga no eh venido aquí para … –
me levante de la silla desdoblando el papel
-
Lara, siéntate por favor, no actúes como esa
desbandada – dijo alzando la voz, los lentes que traía puesto brincaron y se
torcieron en su rostro, casi me río
-
Cálmese, yo solo quiero … - ella me interrumpió
-
¿Hay algo que no quieres contarme?
-
Mire tengo clase de Lingüística, entre a cambiar
la cita, me pegaron un portazo y no se porque sigo aquí – le entregue mi
horario de clases y ello lo leyó atentamente
-
De acuerdo, te daré otra cita, ¿Prometes regresar?
-
Si, no me hace gracia perder una materia.
Salí de ahí corriendo a clase de Lingüista, la
vieja Mendieta ya había empezado a chillar con su diccionario en mano. Saque mi laptop y comencé a escribir todo lo
que explicaba, o al menos lo que llegaba a entender. La vieja hablaba con la
lengua, tipo el gato Silvestre, pero con la apariencia de la abuelita y la
cabeza de Piolín. Me comencé a reír sola y me atore con la saliva. Mike estaba
en todas mis clases y siempre se sentaba a mi lado, al verme reír, se comenzó a
reír por mi risa. Él era así, se reía de todo, especialmente cuando le pasaban
desgracias propias. Termino la clase al fin y salí de ahí con Mike y nos
tiramos a fumar a uno de los jardines de la universidad.
-
Estás con una resaca
-
Mala noche nomás, dormí tarde
-
¿Qué hiciste?
-
Rapter, luego pase por Emily a eso de las 3am,
follamos un par de horas y dormí cuatro
-
Suerte, yo me la corrí chateando con mi cybernovia
-
Necesitas una mujer de verdad – le dije sintiendo
pena por él
-
Si pues, pero tú no te animas – dijo pellizcándome
el brazo
-
Mike, no jodas que te parto la cara
-
Ya, calma, sería muy raro, nunca he pensado en
tirar con un hombre
-
¡Idiota! – dije golpeándole el brazo de buena gana
– Por cierto, hoy es la cena esa de mis viejos ¿vas, cierto?
-
Si claro, ¿irá tu Emily?
-
No creo, no sé… pensaba meterle el tema más tarde,
iré a la tarde a su casa
-
Ya… bueno, van progresando, se verán en la tarde
-
Bueno… digamos que no está informada aún – Mike me
sonrió triste y se quedó mirando el campus
-
Oye, ¿Esa chica te mira a ti o a mí?
-
¿Quién?
-
La rubia esa, la de arte
Voltee la mirada y vi como la melena rubia de la
chica que me sangro la nariz unas horas antes se acercaba con una sonrisa
torcida en los labios. Sentí un escalofrío en el cuerpo que me erizo por
completo, no se si era por el viento que cruzo en ese momento, o porque ella
tenia una mirada muy fuerte y sus grandes ojos azules me intimidaban. Tenía un
pantalón color caqui ancho en la pierna salpicada de pintura azul y negra, un
polito blanco de tiras con manchas de pintura roja, zapatillas blancas algo
sucias y las uñas pintadas de rojo.
-
Jamás pensé que jugaba en tu equipo – dijo Mike
sin quitarle la mirada de encima
-
Yo menos… - dije un poco nerviosa
-
Sécate la baba que ahí viene
-
¿Qué querrá?
-
¿droga?
-
¿tú crees?
-
Se ha tirado a toda la universidad, menos a mi
claro está y para stone
-
¿Quién no para Stone?
-
Ten cuidado, esa flaca está muy buena, y esas sólo
terminan rompiéndote
-
Quizás no quiera droga y solo hablar
-
¿Hablar? Sí, claro
La rubia
me sonrío y me preguntó cómo estaba mi nariz.
De
inmediato, Mike me quedo mirando, como preguntándome donde la había visto
antes. Aunque su mirada tenía algo más de porque no me lo contaste. Me hice la
loca, di una piteada previa a mi cigarrillo, alce la cabeza y mire sus ojos
azules.
-
¿tú, eres…? – le pregunté
-
Julieta – me tendió la mano y me la presiono con
fuerza – y tu eres la hija del ministro
-
Ah si …
-
Me invitas un pucho
-
Claro – saque mi cajetilla de cigarros y se la
ofrecí, ella me la quito de las manos
-
Cigarros importados – dijo mirando la cajita, saco
uno y la guardo en su pantalón me quede atónita – oye Lara, te importaría venir
un momento – me dijo y vio a Mikey - nada personal contigo flaco
El me miro extrañado, mejor dicho asustado, me
tomo del brazo y balbuceó algo como “no me voy”. No podía creer que él le tenga
miedo a la tipa y no a mí, es que a veces mi apariencia puede ser
escalofriante. Tengo unas ojeras horribles, mi cabello siempre es un desastre
(y apesta constantemente a cigarro y cerveza), me visto de negro (porque así no
se nota la suciedad) y…. Bueno parezco una andrajosa, pero así soy feliz. Me solté
de Mike y le guiñe el ojo, para ir con la rubia de sonrisa torcida. Camine
junto a su lado sin decirnos nada a otro jardín de la universidad.
-
Dime, ¿Qué quieres? – dije a secas acercando mi
mano para que me devuelva mis cigarros
-
Me dijeron que tu tienes buena hierva, me invitas
un poquito – me miro y sonrió devolviéndome la caja
-
Ah eso, no ahora no tengo
-
Y ¿blanca? ¿Tienes blanca?
-
No traigo eso a la universidad, pero si te
interesa tanto puedo darte el contacto
Ella me sonrió con esos labios gruesos que tenía, mostrándome
un poquito de sus dientes blancos, mordiéndose el labio inferior. ¿Me va a
besar por un troncho?
Se acercó
lo suficiente a mí, como para sentir su respiración golpetear con la mía y
agarro la corbata que llevaba puesta (ah si lo olvidaba ese día me puse una
blusa blanca corta y ceñida con una corbata negra corta y un pantalón tipo
pescador negro y mis adoradas converse, bueno mis rotas y cochinas converse
negras). Pude sentir su aliento, pensé que definitivamente me iba a besar. ¿Si
le doy un paquete de coca, dejaría que me la tire? Me pregunté.
-
Si quieres podemos ir a otro lado, donde tengas la
blanca – me dijo casi rosando sus labios con los míos
¿Tendría suficiente coca para tirármela toda la
noche?
No, mejor no. ¿Qué rayos pasaba conmigo? Estaba
con Emily, claro ella siempre se largaba a mitad de la noche y solo accedía a
verse conmigo a escondidas, casi al amanecer. Pero… ¿era mi novia, no? La rubia
estaba buena, pero lo más probable era que si satisfacía su deseo incontrolable
de drogarse, me use sólo para eso. Para que le de drogas gratis, mientras yo
fantaseo con que algún día podría tirármela.
¿Por qué sigo pensando en tirármela?
-
No, no podemos, si quieres algo, consíguelo por tu
cuenta – le dije separándome de ella, con mucho dolor cabe resaltar
-
Si que eres pesada – me dijo sonriendo – estoy
corta de efectivo, la próxima invito yo, dale
No le dije nada, me hice a un lado y salí de ahí.
Mike tenía razón. Estaba demasiado buena y esas siempre terminan rompiéndote. Ella
grito a mis espaldas algo que era como “ya me buscaras” o “ya me necesitaras”
no estoy tan segura, porque saque mi ipod y puse la música a todo volumen.
Cuando volví con Mike, no me preguntó nada y se lo
agradecí.
Luego fuimos a las demás clases, hasta que
terminaron y me fui a mi casa. Mejor dicho, a la casa de mis padres, donde solo
vivía con mi hermano. Entre a la cocina para comer algo, pero como de costumbre
no había nada preparado, es que casi nadie comía en casa, nadie estaba en casa
para ser exactos. No teníamos empleada, porque mi mamá decía que era hora de
que mi hermano y yo nos encargáramos de la casa. Claro, como ella no vivía acá.
Busque a mi hermano y lo encontré tirado en su
cama con todas las ventanas cerradas. No estaba durmiendo. Estaba llorando por
supuesto. Desde hacía un año estaba así, en una depresión de la que no tenía
intención de salir.
Siempre estaba deprimido, demasiado deprimido,
tanto que me irritaba, maldice su vida, maldice todo realmente, le jode estar
vivo, le jode la gente viva. Se ha convertido en un amargado, ya no es ni el
retrato del Gerard feliz de hace un año. Encima de eso últimamente no controla
lo que bebe, fuma, aspira o inyecta. Y como si eso no fuera poco, siempre esta
cortándose o haciéndose alguna cosa, a veces lo noto lleno de golpes en el
rostro, mi madre siempre le pregunta asustada que le paso y el inventa que lo
asaltaron o golpearon, pero la verdad es que el mismo se golpea contra la pared
o con algún objeto. Gerard siente que no merece vivir, que no debe hacerlo. Le
jode recordar que sigue vivo, le joden mis viejos, le jodo yo, le jode todo.
Le dije que pediría una pizza para almorzar, pero
no contestó. Fue ahí donde me fije que tenía los brazos cortados. Otra vez. Lo
levante de la cama casi a rastras y lo metí al baño. Seguía llorando como un
niño chiquito. Abrí el grifo y puse ahí sus brazos para limpiar las heridas y
curar sus cortes. Él no me decía nada, tenia el labio reventado, realmente me
daba pena.
-
Deberías dejarme morir
-
Si quisieras morir, ya estarías muerto. ¿No te da
cosa tener todas esas cicatrices?
-
No, total nadie me va a mirar
Vende sus brazos y pedí la pizza. Él se quedó
mirando la nada, a mi lado. Yo aproveche para enviarle un mensaje a Emily,
diciéndole que iría a verla en un ratito a ver como estaba, pero no me contestó.
Saque ropa limpia para que Gerard se cambie y me metí a mi habitación para
bañarme. Realmente necesitaba esa ducha.
Luego me puse algo de color para Emily. Ella no
era fanática del negro como yo y le jodia un poco mi luto permanente, así que
me puse un polo amarillo y unos jeans, solo para complacerla. Baje a la cocina
y comimos la pizza con gaseosa en silencio. Mi hermano no presto atención la
ropa colorida que traía puesta y solo quería terminar la pizza para poder
seguir golpeándose.
Me dio pena dejarlo sólo, pero sabía que mis
viejos llegarían tarde o temprano, porque hoy tenían una cena con sus amigos en
casa y se iban a pasar en cualquier momento.
Maneje los cuarenta minutos que me da llegar hasta
el departamento de Em. Antes pare en una gasolinera a comprar cigarros para mí
y chocolates para ella. Al fin llegue. Emily vivía en esos departamentos del
malecón balta en Miraflores. Estaba en el piso 10.Así que aproveche el trayecto
del ascensor para peinarme un poco y echarme labial rojo en los labios. En su
departamento se escuchaba “Don´t Speak” de No Doubt no pude evitar reírme por
lo cursi que era. Toque el timbre y empecé a sonreírle al ojo mágico. Pasaron
unos 30 segundos y no abría, volví a tocar esta vez con más insistencia y escuche
ruidos, la música desapareció y luego de 30 segundos más, ella al fin me abrió
la puerta.
-
¿Qué haces aquí? – me dijo en voz baja, tenia el
vestidor de dormir y su bata de seda roja abierta
-
Hola Em – le dije acercándome para besarla, pero
me esquivo el rostro, la miré desconcertada – te traje esto – le ofrecí los
chocolates pero ella no los agarro
-
¿Porque no me dijiste que venias? – dijo
cerrándose la bata que tenia puesta
-
Te mande miles de mensajes, ¿pasa algo? – la mire
con desconcierto
-
Lara, mira es que – salió del departamento y se
paro detrás de la puerta cerrándola – han pasado cosas y me olvide de
contártelas
-
No te entiendo – le dije prendiendo un cigarro - me
puse colores, ¿viste?
-
Lara, volví con mi novio
-
¿Con tu que? - ¿novio? ¿yo no era su novia?
-
Fue hace unas semanas, nos reencontramos y
comenzamos a salir de nuevo, pensaba decírtelo, pero realmente me divierto
contigo, ahora supongo que es mejor que lo sepas, porque Howie me a pedido
matrimonio… y le eh dicho que sí.
Eh haber si entiendo. Tiene novio, si novio y
este… ¿yo? Digamos que sentí, como si la burbuja donde vivía muy feliz con Emily,
donde todo era perfecto y estable de color gris rosa – porque su rosa y mi negro daban ese color –
se había reventado gracias a Howie, el futuro marido de mi novia, ex novia, espera…
¿novia?
-
Se supone que estamos juntas, Emily soy tu novia
-
¿novia? – me dijo entre burlona y a la defensiva,
creo esto es demasiado -Lara la pasamos bien, pero ¿novia? – se rio
Confirmado, no era mi novia, pero entonces que
rayos era, la chica triste que la hacia reír, la tonta que le regalaba libros y
escribía poesía, la que le teñía el
cabello de ese rojo horrible color cereza que tenia, la
estupida que le daba la mano y le metía la mano mejor que ese Howie, la que le
daba un orgasmo en 3 minutos, que mierda era yo para ella…
-
O sea… yo era… ¿era algo? O sea ¿soy algo para ti?
-
Lara… - me quedo mirando en tono de disculpa –
tengo que volver con Howie, hablamos otro día, me caes bien y me gustaría que
me ayudes con la boda.
¿Le caigo bien? ¿Quiere que la ayude con la boda?
No, creo que no eh entendido, o quizás escuche demasiado bien e intento desviar
el tema, no pensar, no entender, no querer vivir la realidad. Emily
había dejado de ser la princesa de los cuentos de hadas donde yo era su
princesa de negro que venia en un caballo a rescatarla, a ser la malvada bruja
pelirroja, una aprovechadora que usa a niñas que visten de negro sin amor
propio. La maldita me había usado a su antojo y yo estaba hecha una pelotuda
parada en la puerta de su casa con chocolates en la mano.
-
Creo que te equivocaste conmigo… - le dije y retrocedí
unos pasos
-
Lo siento, yo solo quería pasarla bien, un break
eh o sea… – se puso nerviosa, no se si
por mi mirada, o por que se había dado cuenta de la estupidez que me había
dicho, así que cambie la mirada por una dulce, algo que la puso mas nerviosa
-
¡Suerte con la boda! – le dije intentando
disimular mis ganas de ahorcarla ahí mismo.
Salí de ahí caminando despacio, aun con la sonrisa
en los labios. ¿Por qué me reía? Ni yo lo sé, te juro que no lo sé, quizás era
para que no se dé cuenta de que me había partido en pedacitos microscópicos y
estaba a punto de pedirle prestado a mi hermano Gerard una de sus navajas para
jugar 3 en raya en mi piel, no lo sé. Tenía ganas de sacar todo esto, de escribir
las – tiernas – palabras de Emily y quemarlas para que así no me dolieran más. Porque
si me dolieron, aunque me ponga fuerte y le halla sonreído sin rencor, estaba
hecha mierda, y solo quería olvidar todo esto. Olvidar que la conocí, olvidarme
de ella, aunque eso era imposible en estos momentos, tan solo había pasado unos
minutos, pero yo seguía luchando con mis pensamientos dentro de mi camioneta.
Cuando al fin llegue a casa, está ya estaba
arreglada en un dos por tres por la servidumbre que entraba y salía rápidamente
por todos lados, y se olía comida preparándose en la cocina. Mamá estaba
inquieta iba de un lugar a otro, papá estaba revisando unas hojas junto a su
abogado, no quise interrumpirlo y lo salude con la mano. Me sonrío, creo que
le agrado verme de color. Donald es el papá de Gerard. Mi madre se caso con el
al poco tiempo de haber nacido yo, mi padre biológico, era un tipo que veía en
vacaciones y siempre me invitaba porros, a Gerard le caía bien, a mi también,
aunque a veces pienso que soy un poco infeliz por su culpa. Siempre que nos
vemos me cuenta malas noticias, me dice cosas algo perturbadoras y nada
productivas, se queja conmigo, me grita y claro me da todas las drogas recreativas
que yo pueda imaginarme.
Subí a mi habitación, me bañe, si leíste bien me
volví a bañar, sentía que olía a Emily, obviamente no, pero quien entiende mi
mente.
Me puse la ropa que mama ya me había alistado en
la cama y debí usar para la bendita cena de papá con sus amigos diputados y
baje al vestíbulo. Gerard estaba ya abajo, tenia un terno gris y estaba muy
bien peinado, no era ni rastros del desperdicio humano que se auto mutilaba
unas horas antes.
Me acerque a alguno de los invitados y salude
cordialmente, ni siquiera yo me la puedo creer, pero lo hice, quería mucho a
Donald, haría de todo por el, a sido mas que un padre para mi. Además de eso,
sabia que Mikey estaba por ahí, lo había invitado yo para no aburrirme sola,
imagine que mi hermano se iba a perder con alguien esa noche y no fue la
excepción.
-
Donde andabas, estoy aburridísima – le dije
-
Hola – me dio un beso en la mejilla y lo abrace –
por un momento pensé que no venias de lo de Emily
-
Acaba de terminar conmigo
-
¿Que? ¿Pero que paso? ¿Te sientes bien?
-
Volvió con Howie su ex, y no estoy bien… es una
perra, nunca fui nada para ella
-
No puedo creerlo – me dijo con sarcasmo
-
Ya, no jodas – tome otra copa de champagne y la
bebí hasta el final – maldita sea
-
Veo que hoy no fue un buen día para nadie, yo
pelee con Ana Paula
-
Eso no es novedad, esto te pasa por meterte con mocosas
-
Lara no jodas, tu estabas con una vieja
-
Yo no tengo 15 años y vivo aquí, no en otro país
como tu chibola que encima es tu cybernovia
Seguimos conversando por un buen rato, el no
dejaba de hablarme de Ana y yo no dejaba de maldecir a Emily, vaya nochecita. La
cena comenzó, mi viejo hablo del gobierno, de gastos, de inflación y no sé qué
más. Luego terminó la cena y quede con Mike en almorzar al día siguiente.
Subí a mi habitación con una de las botellas de
vino que robe de la cena y con alguna
razón inexplicable, en ese momento me olvide de Emily y recordé a la rubia de
ojos azules y sonrisa torcida. No pude evitar tocarme pensando en ella. Su
melena salvaje, sus ojos grandes, azules e irritados, sus gruesos labios, su
cuerpo delgado formado, la imaginaba a mi lado, desnuda, acariciándonos. Abrí
los ojos, ella no estaba ahí, y al instante recordé que tenía mucha yerba en
casa.
Creo que tenia razón, la iba a buscar pronto.
9 comentarios:
Buenísimo, ¿Y qué pasa si yo no quiero un Romeo? no puedo dejar de sentirme identificada con eso, es algo que te planteas sí o sí. Buenísimo Carito, more more more!
Así o más perra la tal Emily; pobre Lara :(
Siempre quise leer Fruta prohibida *.*
Me encantó, simplemente eres mi antiheroína favorita
muy bueno ^_^
*0* Esta genial.. enserio. Nunca faltan las motherfuckers como Emily.. .. esta buenisimo el capitulo xD
Geniaaaaal!!!!!
Eres una gran escritora en verdad, mis respetos.
Ohhh muero por ver el próximo n.n
Es genial :}
me gusta que en un capitulo se explica tanto.
H E R M O S O ! Síguelo, porfis.
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