sábado, 28 de julio de 2012

Solo un sueño...


Se hallaban parados frente a frente a una ínfima distancia donde sentía la brisa que emanaba de la boca de él, su aliento tibio, con olor a tabaco mentolado, la forma en que los suspiros cortos salían de la boca dulce de ella, ninguno se atrevía a respirar y lentamente cerraban los ojos para no ser bruscos como habían sido encuentros anteriores, no, definitivamente debían darse tiempo para que las mariposas pensaran en flotar dentro de sus tripas , él, tomó el rostro de ella en sus manos y lo comenzó a acariciar delicadamente, ella, hizo lo mismo solo que con un dejo de lujuria subió lentamente por su cuello hasta llegar a su oreja donde jugueteo con su lóbulo provocativamente, lentamente volvió al cuello y continuo bajando no sin antes acariciar la comisura de sus labios sin atreverse a besarlo continuo el recorrido por su cuerpo y lamentó ser ella quien tuviera que tomar la iniciativa pero no había remedio, ella quería desde siempre lo que él jamás podría. Bajaba lentamente mientras él solo la estrechaba contra sí, te amo, te deseo, acaricio de forma circular casi al llegar a la bajada de la entrepierna haciéndolo jadear suavemente, lo saco de la pared y lo sentó al borde de la cama, sintió que la magia se había perdido, habían abierto los ojos, era un ser miserable ahora, no, no podía perderlo, comenzó a besarlo con verdadera pero controlada pasión, enrollo sus piernas alrededor de su cintura y agarro sus cabellos, él, la asió por la barbilla obligándola a mirarlo, la besó mordisqueando su labio inferior, continuaron su cadencioso roce de labios mientras sus respiraciones lentamente se iban entrecortando, no despiertes por favor, no ahora… lo abrazó por el cuello y separando con un dedo sus labios le susurró cosas al oído que el jamás entendió, palabras sin sentido para el que fueron la confesión más dura para ella porque significaba que esto había terminado, lo tiro hacia atrás, se tendió al lado de él y apretó su brazo mirándolo fijamente como cuando eran amigos, callaron por largo tiempo sin atreverse a decir nada ni siquiera comentar lo que había pasado minutos atrás o lo que podía pasar si lo intentaban de nuevo pero no, se miraron, rieron, el con timidez acercó sus dedos largos a los delgados de ella pidiéndole perdón porque las cosas no funcionaron y rogándole que no se fuera, que nunca lo dejara solo porque no necesitaba nada más que el calor de su cuerpo y sentir que ella estaba ahí y que no se iría, por mucho que él no valiera la pena...