viernes, 17 de mayo de 2013

Fruta Prohibida: Capítulo 4



Julieta





Martes

Desperté por completo a eso de las cinco de mañana con una extraña sensación en el pecho.  Ese algo me presionaba, me cortaba la respiración, obstaculizaba mis suspiros y los ahogaba con un quejido que provenía de lo más profundo de mí ser. ¿De mi alma quizás? No lo sé, a veces pienso que mi alma salió de mi cuerpo, me abandono y me dejo a la deriva, porque sabia que no estaba ese órgano que lo acompañaba a todos lados, mi corazón había dejado de palpitar hace mucho, y estaba agonizante lleno de cicatrices profundas sin dar un bombeo que de señales de vida. Echada en una cama que no era mía, acogida por lastima quizás, por compañía o por sexo. No podía estar un minuto mas ahí, las paredes blancas de la habitación me parecían cada vez más pequeñas, iba a tener un ataque de pánico y no quería eso, tenia que salir de ahí, escaparme, huir y llevar conmigo todo lo posible. Dinero. No tenía como regresar a mi casa, no sabia donde quedaba exactamente este lugar. Salí de la cama con prisa y abrí todos los cajones de la cómoda, no me importo tirar la ropa, ni que se rompan algunos recuerdos de ella. En el closet saque su ropa, era negra y me daba miedo, me deprimía, el negro no me gusta es un color de muerte y yo quiero morir pero vestida de rosa. No quiero ver a nadie en mi velorio de negro, quiero que todos se vistan de colores, que festejen mi muerte, que no finjan que la lamenten.
Escucha unas risitas de una habitación cerca, habla muy bajito, casi en susurros, el es hermano de Lara que debe estar hablando por teléfono. Me apresuro, tengo que salir de aquí y aun no encuentro ni un puto dólar. Abro sus cofres, hay joyas, joyas viejas, joyas negras, piedras raras. Si no la conociera, pensaría que ella jamás en su vida usaría esto. Las agarro todas, y las guardo en mi maleta. Veo un cofre negro que me coquetea a lo lejos, tiene un candado, un puto candado. Maldición no veo las estupidas llaves por ningún lado, rebusco en los cajones que ya no tienen ropa, en los bolsillos de los pantalones tirados en el piso, en sus abrigos, hasta que veo el bolso que usa para la universidad, lo abro y al fin encuentro las malditas llaves. El cofre esta repleto de todas las drogas que puedas imaginarte juntas, me atraparon y mataron, estoy muerta, llegue al cielo, sabia que iría al cielo, porque el infierno lo estoy viviendo en esta vida de mierda. Me llevo todo, sonrío, tengo drogas para empalagarme por más de 1 mes. Pero aun necesito dinero, y no lo encuentro. Volteo al bolso de ella y encuentro su billetera, llena de tarjetas de crédito y dólares. Recojo un par de perfumes en su tocador y me los llevo también. En el closet veo una caja que esta por caerse, me acerco para detenerla, no pueden descubrirme con la bulla que haría, la tomo de las manos y la dejo en el suelo, esta llena de zapatos de tacón de Manolo Blanc, estoy en el cielo sin duda. Meto todos los que caben en mi bolso y salgo de la casa.
Soy una ladrona, lo sé, solo sirvo para eso y para intentar morir y no hacerlo en el intento. Salgo de la casa en silencio, y lanzo las llaves de Lara por encima de la casa. No debí hacerlo, seguro ha despertado a alguien. Corro como una loca, aun no amanece del todo, las calles están desiertas y yo me acabo de dar cuenta que sigo con el pijama que me presto en la noche. Espero el bus, cualquier bus, alguno que al menos me acerque a mi casa. Pasan los minutos, pasa una hora y aparece uno celeste con blanco, no me lleva a casa pero igual subo, no me importa. Media hora de viaje y sigo feliz, quizás porque aspire polvo de hadas, no lo sé.
 
¾    ¿Julieta?

Levanté el rostro y la ví, tengo una suerte de puta madre, encontrarme a Ale en este preciso momento.

¾     ¡Ale! - la abrazo entusiasta
¾    ¡Juli! ¿De dónde vienes que estas llena de cosas?
¾    Verás solo eh tenido suerte
¾     Yo no mucha, el tipo con el que pase la noche me descubrió robándole la billetera y me a golpeado - me muestra un moretón en el brazo - salí huyendo como pude y aquí estoy.
¾    Maldito, debería agradecer que se la chupaste
¾     Eso mismo digo, pero ni modo... - Ale quedo viéndome la nariz - eh me invitas un poco
¾    Por supuesto - abrí mi bolso y le mostré la cantidad de drogas recreativas que tenia
¾    Oh por DIOS! si las vendes tendrás mucho dinero - Saque el dinero de Lara y se lo mostré
¾    No necesito dinero, ya tengo - ella sonrío - lo que quiero es pasarla bien - ella saco un paquetito de coca y lo aspiro
¾    Vamos a pasarla bien, créeme - aspiro un poco más - ¡Esta buenísima!¿De la casa de quien la sacaste
¾     Es una larga historia, bueno ni tan larga... ¿te acuerdas de la tipa esa de literatura?  ¿la gótica lesbiana?
¾     ¡Pero Julieta, cómo pudiste! O sea,  ¿tan desesperada estabas?
¾    No paso nada - me reí - solo le coquetee un poco, me hospedo su jatazo y le robe todo lo que pude - le enseñe los zapatos
¾    Eres terrible - me dijo riéndose - oye me muero de hambre
¾    Si yo también, bajamos aquí

Bajamos en el jockey plaza y quisimos entrar a uno de esos restaurantes lujositos que hay, pero no nos dejaron entrar. Primero porque yo estaba con pijama, Ale apenas parecía tener ropa y eran las 7 de la mañana.

¾    Creo que mejor vamos a uno de esos fast foods
¾    ¿Qué te parece si mejor vamos por ropa? Estas con pijama y yo…
¾    Dale, vamos, me muero por comprarme algo lindo

Así que salimos de ahí en busca de una tienda abierta, pero no había nada a esa hora. Decidimos ir a casa de Ale, fuimos en taxi y paramos en una gasolinera para comprar algo de comida y cerveza.

¾    No hay nadie en tu casa hoy
¾    Nunca hay… es genial ¿no te parece?
¾    Si, en cambio la mía siempre esta con el parasito de mi viejo dentro con alguna puta
¾    No te deprimas, vamos a probarnos la ropa que te robaste
¾    No digas robaste, fue un acto de caridad esa jamás la usa
¾    Tienes razón – dijo riendo

Sacamos la ropa y los zapatos y nos la probamos, tomamos cerveza, fumamos y cuando no sentimos en onda, fuimos en busca de fiesta.
Fuimos a “Da Cure” estaba abierto todo el día y era lo genial. Cuando me dio hambre habían pasado tantas horas que la calle ya estaba a oscuras, compre unos helados y regrese al antro.

¾    Solo encontré helados – le di el suyo a Ale
¾    Todo bien, moría de hambre… ¿pasa algo Juli?
¾    No sé… me siento muy triste
¾    Debe ser porque no probaste nada de coca después de lo de la mañana y no eh querido meterme mas por ti
¾    Me quiero morir Ale, no quiero seguir viva
¾    No digas pavadas, estas con la ropa mas linda del mundo, con dinero en el bolsillo y drogas a la mano, ¡yo estaría feliz!

Miércoles

Pero yo no estaba feliz, me sentía mierda y no entendía porque. No siempre necesitaba una razón coherente para querer irme al carajo de una puta vez, y esta era una de las tantas. Termine mi helado de vainilla que apestaba a marihuana y fue ahí donde comencé a llorar. Ale me miro de lejos y no me dijo nada, seguía coqueteándole a un tipo con el que había bailado desde hace horas. Ale era así, buena para muchas cosas, como para ayudarte a usar drogas y gastar dinero, pero cuando te sientes mal, cuando caes en un hoyo profundo negro y pestilente, ella no es capaz de tomar tus manos y sacarte de ahí. Al contrario, es cómo si disfrutara de verte en la miseria, así aprovecha de lo que tu no usas en ese momento. Poco a poco y como siempre empezaron a salir todos mis fantasmas del pasado, entre a uno de los cuartitos secretos del “Da Cure” me senté donde pude, mi cuerpo estaba desmoronándose, pronto iban a estar todos alrededor mío, me veían y sonreían, se burlaban de mi, quería que se larguen, pero sabia que eso no iba a ser posible. Mi mente es muy poderosa, tengo la capacidad de regresar a seres malévolos de mi pasado e incluirlos con algunos inventados, hacer que ellos se hagan amigos y me hagan daño. Esos seres que sólo habitan en mi mente, elaboran cosas en mi contra,  para maltratar mi ego, me incentiven a cortarme un poco mas de lo permitido, a vomitar tanto hasta que sangre, a llorar hasta que me arda la garganta. Mi cuerpo, mi alma, mi corazón les pertenece aquellos fantasmas que no tienen rostro siempre, que han venido hoy porque saben que no hice algo bueno y buscan revancha, están dispuestos a aprovecharse de mi debilidad, de mi infelicidad, de las malditas ganas de lanzarme por una ventana o debajo de un coche.

¾    ¡Lárguense yo solo quiero un poco de paz! – grité cómo si ellos pudieran escucharme

Pero no se van, siguen ahí y me recuerdan la navaja que tengo en la cartera, la mirada de Lara y su bandeja con la cena la noche pasada, cuando me ofreció su cama y un pijama.

¾    No eres mas que una puta, una pobre diabla, una ladrona, una tipa sin escrúpulos

No, yo no quiero ser una puta, no quiero ser mas esto, no entiendo porque lo hago, yo solo quiero estar tranquila, quiero que se larguen todos, que me dejen respirar en paz, ya no puedo hacerlo, inhalo y exhalo con dificultad, mi pecho se esta cerrando, no puedo mas. Aire necesito respirar, no quiero morir ahogada.
Abrí mi cartera, vi la navaja e intente ignorarla, me funciono, saque una bolsa de coca  y aspire todo lo que pude. Estaba temblando, un poco de coca se cayó al piso y yo me arroje junto a ella, las aspire, la junte con la tarjeta de Lara y metí toda por mi nariz que ya comenzaba a picarme. Mi rostro empezó a endurecerse rápidamente, la presión de mi cuerpo aumento y empecé a sentirme poderosa nuevamente, vi a todos esos cuerpos a mí alrededor y apunte con mis dedos, pum pam, cada uno iba desapareciendo. Yo era mejor que ellos, la coca me había convertido en una reina, una reina de la mierda, pero al fin y al cabo una reina y como tal tenia poder y mucho más coca para seguir en ese estado.
Salí de ese cuartito mal oliente y volví a la pista de baile, Ale estaba bailando con el sujeto en el centro, había otro que los miraba muy cerca y se unió despacio a ellos, la tocaban, la besaban, le quitaban mis drogas. Maldita sea.

¾    Eso es mío, dámelo – le exigí al sujeto
¾    Vete a la mierda – me respondió
¾    Juli no seas tacaña – me dijo Ale
¾    Es mi coca puta madre, ¿escuchaste? ¡Es mía!  ¡Si quieren la suya pues la consiguen en otro lado!

Les arrebate la bolsita de coca junto a unas pastillas que tenía el otro sujeto y me aleje de ellos, Ale me gritaba a lo lejos, pero me importo un carajo, no pensaba compartir mas con esa puta, yo era una reina y merecía algo mejor que seguir a lado de esa estupida aprovechadora.

Unas horas después, luego de aspirar mucho mas, bailar y encontrarme nuevamente en uno de esos cuartitos con un sujeto que ignoraba su nombre, el efecto de la coca había desaparecido y mi corazón no tenia intenciones de resistir otra dosis, yo volví a caer en ese hoyo mugroso y la idea me estaba desesperando, al punto de cuestionarme ¿que es lo que soy? Tenia mis teorías, pero siempre optaba por la mas escuchada, yo era una muchachita aprovechadora que le gusta drogarse y disfruta hacerse daño. Una muñeca de porcelana pulida con una lija que raspa mucho y me deja muchas cicatrices en el proceso. Una ex niña buena, llena de sueños que cumplir, que tenia una Barbie con tutú rosa y un juego de té por si tenía invitados. Tengo a mi madre perfecta que me cosía un vestido blanco para mí primera comunión, mientras esperábamos ansiosas a papá llegar del trabajo que siempre nos traía dulces en las manos, besaba a mi madre con amor y acariciaba mi cabello, mi mejilla y me preguntaba ¿Cómo esta mi princesa hoy?
Los fantasmas volvían a aparecer, pero esta vez mi cuerpo hablo y me negó que haga ingresar mas polvo para hadas usado solo por reinas de belleza con tutú rosa.
Borderline, eso me diagnostico la psicóloga, lo Google, porque así soy, me encanta buscar sobre las cosas que dicen que tengo y el Internet hace maravillas. Eso soy, tengo una personalidad limítrofe, impulsiva, auto destructiva, hoy no iba a ser la excepción.
Saque una jeringa con morfina y la presione en mis dos brazos, luego tome la navaja, y un sentimiento de paz ingreso a mí, al fin la tenía en mis manos, iba a acabar con todo esto de una vez por todas. Toque mi brazo, vi las cicatrices ya cerradas en el, busque un lugar donde había piel virgen, presione fuerte la navaja y me di el primer corte, la sangre comenzó a salir por borbotones y yo había olvidado el dolor y tan solo lo disfrutaba, presione nuevamente esta vez fue un tajo mas largo, mis lagrimas caían y se mezclaban con la sangre, presione una vez mas esta vez muy cerca de mi muñeca, corte algo que quizás era la vena, no se, pero sangro mucho mas, me desespere por la cantidad de sangre, abrí el grifo y deje caer agua en mi brazo, vi como la sangre desaparecía y me comencé a desesperar, me corte una y otra vez mas, no me dolía nada, pero estaba gritando. Una pareja de amantes entro al baño y se quedo mirándome horrorizada, salieron con los ojos como plato, no me intereso, hoy iba a acabar con esto de una puta vez. Mire mi otro brazo y comencé a cortarlo,  escuche risas cerca, un grupo de chicas reían felices, me vieron y salieron huyendo espantadas, me reí por su reacción. Yo lo estaba disfrutando.  Vi la jeringa con un poco de morfina a lado mío, abrí mi cartera y saque un pomito con heroína, me convertiría en una heroína, que cosas digo, una “ANTIHEROÍNA”, presione la aguja y extraje todo el contenido, lo puse sobre mi piel y el infierno abrió sus puertas. ¡Denme de la bienvenida, la hija prodiga esta de regreso!

¾    Julieta ¡que mierda hiciste, chicos ayúdenme por favor!

Jueves

Había bulla a mí alrededor, personas gritando, música en alto volumen, un sujeto a mi costado babeaba en mi hombro. Intente moverme pero no pude, alguien me inyecto algo y cerré los ojos otra vez. Esta vez no podía moverme, pero seguía consciente, podía escuchar todo a mi alrededor. Lo peor de este día es que por mas que intente no pude dormir, mis ojos estaban cerrados, mi cuerpo inmóvil, pero mi mente funcionaba a la perfección y solo quería huir del ruido, de lo que pasaba en esos momentos, los gritos de unas chicas, el sonido de balas, no sabia donde estaba, pero no era el mejor lugar. Estaba en alguna parte muy oscura del infierno, donde hacia calor, ruido y la gente lloraba.

Viernes

Abrí los ojos un par de veces en el día, pero los cerré de inmediato, lo que veía era muy grafico para ser cierto, lo peor es que parecía que Ale no le importaba o quizás no se enteraba de lo que le hacían. El olor no me dejaba respirar, creo que la segunda vez que abrí los ojos me desmayé, no recuerdo nada más.

Sábado

Siempre pensé que el infierno era caliente, pero nunca supe cuanto lo era, estaba en movimiento, sospeche que era sobre un auto. La voz de Ale se escuchaba cercana, discutía con un sujeto, gritaba como loca por ayuda, yo no podía ayudarla, alguien estaba a mi costado sobándose en mi espalda desnuda. Desperté cuando el sol desapareció, camine por la habitación, me di cuenta del balcón que me pedía a gritos que lo trepe y eso hice. Abrí los brazos, quería volar, no sólo las heroínas vuelan, yo quería probar que también lo hacemos las ANTIHEROÍNAS. El aire se filtraba en los poros de mi piel, erizándolo cada centímetro y me daba bienestar.

¾    Vamos salta de una puta vez

Alguien dijo eso, sabia que ese alguien solo estaba en mi cabeza, insistió en que lo haga, pero me contuve, me quería morir, pero no porque el me lo pedía, lo haría cuando el este en silencio, cuando sepa que la gloria es mía, que lo hice yo porque quise. Me quede de pie en el balcón casi una hora, un sujeto me bajo de ahí y me llevo a la habitación, me hecho en la cama y me ofreció un porro. Me relaje tanto que tuve sexo con el, hasta que me desmaye nuevamente.

Domingo

Me arde la piel, alguien esta encima de mí y la roza furiosamente, abro un poco los ojos y un sujeto desnudo que suda demasiado esta penetrándome, quiero apartarlo pero no puedo, cierro los ojos y no veo mas. Escucho a lo lejos la risa escandalosa de Ale, esta cerca y no hace nada por quitar al sujeto, no puedo protestar, pero eso ya no importa, ya no siento ni escucho nada, a excepción de un pitillo agudo que me destroza los tímpanos.

Lunes

El sol cayó en mi rostro, mis labios estaban resecos, mis ojos me ardían, no quería abrirlos, pero era inevitable, no tenia idea de donde estaba. Me ardía la piel y los violentos rayos de sol no me estaban ayudando. Intente moverme pero no pude, estaba inmóvil, adormecida y con las llagas abiertas. La cabeza me daba vueltas, quería gritar, pero la voz no me salía, tenia la garganta seca, rasposa, sentía sangre al pasar la saliva. No había nadie alrededor, era de esperármelo, estaba sola, tirada en medio de tierra seca con mala yerba, y no tenia idea a donde pertenecía ese lugar. ¿Estaba en un parque en mal estado? No lo recordaba, podía estar en un jardín, podía estar en una chacra, podía estar en otro país y no lo sabia.
Un sonido agudo venia cerca, voltee el rostro y lastime mi oreja, me ardía mucho y vi a una rata acercándose a mí. Tuve miedo, intente pararme, pero no podía, quise gritar y abrí la boca, y emitía sonidos que no eran palabras, quise ahuyentar al animal, pero mi sangre lo atraía mas.
El chirrido de un carro a lo lejos se acercaba con violencia, una carretera estaba cerca, el animal se asusto y corrió pasando sobre mis piernas, el miedo me hizo moverme, no me importo el dolor, no me importo rasparme, las ratas me dan miedo, asco, y este maldito animal me había tocado. Intente reincorporarme, moví mis piernas, y voltee mi cuerpo, me impulse con mis manos, las palmas estaban rasgadas, toque el césped y me ardió mas. Otro auto venia, el sonido era cercano, algo me rozo la pierna, voltee y vi a la rata, estaba olisqueando mi pierna, me iba a morder. Me moví rápidamente y ella me quedo viendo, yo quería que se largara, que se asuste, pero nada, la muy maldita seguía ahí a mi lado esperando un descuido para contagiarme la rabia. Le grite, pero nada, solo sentía dolor en el cuerpo, me dolía todo.
No me importo, no quería que me muerda, no quería cerca de mí a ese animal, me levante con dificultad y quede sentada en la mala yerba, mi boca comenzó a sangrar un poco, no entendía porque. La rata no se movía, estaba mirándome a lado de mis pies, yo no tenia zapatos, no tenia ropa, al fin me di cuenta de que estaba desnuda. Me asuste aun mas y moví mis pies tratando de ahuyentarla. Mi vestido – el de Lara – esta tirado al pie de la carretera. Me acerque con cuidado, la recogí y vi que estaba destrozado en la parte superior, me la puse como pude, pero mis pechos aun estaban descubiertos. Voltee y vi un trapo sucio, lo levante y me cubrí lo que pude, estaba temblando. Me acerque a la carretera así y levante el pulgar, tenia que salir de ahí. Un auto pasó a toda velocidad y me lanzo una bolsa de basura en la cara. Me caí al asfalto raspándome las piernas y las nalgas, ahí pude ver bien mis brazos estaban cortados.
¿Qué mierda me había hecho? ¿Qué me había pasado? No lo recordaba. No, no es cierto, es que no quería recordarlo.
Me levante con dificultad y casi me lance a la pista, pero volví a caer, el sol era insoportable y me dolía mucho el cuerpo, me ardían las heridas.
Sentí que un auto se acercaba a toda velocidad, quería moverme salir de ahí, me iba a atropellar y no quería morir así, si iba a morir iba a ser con mis manos, no gracias a un maldito conductor histérico. El sonido era mas fuerte y yo no me podía mover mas, venia y me iba a destrozar, maldición, no quiero morir así.

El auto paro frente a mí, sentí como se abrió la puerta violentamente, unos pasos se acercaron a mí y unas manos tocaron mi cuerpo, dándole cara al desconocido, abrí los ojos y la vi. Era un ángel vestido de negro, que a pesar del color de su ropa iluminaba la carretera.

¾    ¿Qué te paso? Julieta, dime algo por favor…

No pude decirle nada, no pude emitir sonido alguno de mi boca, me había quedado irritada desde los gritos ahogados que le di a la rata esa, que posiblemente seguía por ahí.

¾    Ven, vamos a … ¡Estás echa mierda! Tenemos que ir al hospital, si eso, vamos a un hospital

Me subió a su camioneta con cuidado, pero a pesar de ello,  sus manos lastimaban mi piel rasgada. No estoy segura de cuanto tiempo paso desde la carretera al hospital, y desde ahí hasta casa de Lara, solo sé que cuando abrí los ojos, estaba vendada y todo olía a alcohol medicinal. Ella estaba sentada al borde de la cama, con un vestido largo negro, los ojos muy maquillados y un cigarro en la mano.

lunes, 18 de febrero de 2013

Fruta Prohibida: Capítulo 3



Lara




Recién a las dos de la mañana, Gerard despidió a su amiguito. Baje corriendo a la primera planta para encararlo. ¿Cómo se le ocurre hacer guarradas en la sala de la casa de nuestros viejos?  ¿Y si ellos venían? Y sobre todo ¡Acaso está loco como para meterse con ese viejo! ¡Encima ese viejo trabaja con su viejo! ¡Tienen la misma edad! Estaba indignada, asqueada. Gerard estaba loco. Si no se estaba tratando de matar, se estaba revolcando con algún pobre diablo. El tipo ese era un pervertido. Gerard no tenía ni DNI celeste. Su cuerpo estaba conformado aún por grasa infantil. Hasta ahora no entiendo porque no baje las escaleras y boté a patadas al viejo ese. Supongo que primero era para no generar un escándalo. Mi hermano y yo cuando nos alteramos, gritamos tanto, que todo el vecindario se entera y serenazgo termina en la puerta de la casa preguntando cuál de los dos está herido. Además, el tipo ese es congresista. Le arruinaría la carrera, claro eso no me importa, pero nada me garantiza que el infeliz no se vengue y  le arruine la vida a mi viejo.
Lo primero que tenía que hacer, era cuadrar al imbécil de Gerard. Luego me encargaría de ese pervetido. Esto no podía repetirse. Si mis viejos se enteran, a quien van a culpar es a mí.

¾    ¿Puedo saber qué carajo hacías?
¾    ¿Acaso no viste? ¡Es tan perfecto! -  dijo caminando hacia la cocina
¾    Déjate de tonterías, ese sujeto es un viejo cuarentón ¡cómo te atreves!
¾    Tiene una de 25 centímetros también. – su rostro se ruborizó -  Vamos Lara, no me jodas, además ¡Tú también has metido a alguien a la casa!
¾    Ese no es asunto tuyo
¾    Entonces tampoco lo es Él, ¿OK?
¾    Gerard, ella es una compañera de universidad que se peleo con sus viejos, en cambio él es un viejo, amigo de Donald y tu se la haz estado mamando
¾    Ni me lo recuerdes – dijo sonriendo – ya deja de joderme y mejor te cuento ¿sí?
¾    ¡Déjate de huevadas Gerard! ¡Vas a meter en problemas a mi viejo! Deberías agradecer que no llamé a la policía.
¾    ¡Pero si es joven! Tiene treinta y nueve añitos, o sea jovencito si ya no me mires con esa cara.
¾    Estoy hablando en serio
¾    Yo también hermanita, mejor siéntate – dijo acercándose a la nevera, sacó un par de cervezas heladas, me dio una y el comenzó a beber la otra – Uff que rico, me moría de sed, bueno… te decía. Lo conocí ayer, en la cena de papá. Yo ya lo había visto con mi viejo hace tiempo y bueno, siempre sale en la tele. Así que empecé a caminar  cerca de él y ¿adivina qué? ¡Se me acerco!
¾    Tiene más de cuarenta años ¿Qué rayos pasa contigo?
¾    ¿Me vas a dejar hablar o no? Si no fuera, por él, ya estaría muerto
¾    Déjate de idioteces
¾    Déjate tú de idioteces y déjame hablar. Bueno, sigo. Se me acercó y empezó a decirme cosas, esas que alguien te dice siempre para querer meterse a la cama contigo. Es que eso pensé pues, me dijo que hacia tan solo aquí, que era lindo y cosas así, me desnudo con la mirada, con esos ojazos que se maneja.
¾    Gerard, no puedes volver a verlo
¾    ¡Déjame hablar aguafiestas! ¡Ese hombre es perfecto para mí! Al menos para mí lo es. Luego de tanta palabrería, nos fuimos un ratito al jardín. Ahí donde están esos duendes feos que puso mama para crear el bosque de blanca nieves, bueno pues me acomodó entre los enanos y me beso. No te imaginas lo rico que besa. Con lengua y todo. Primero se me acerco y lamió mis labios, yo me derretí. Lara te juro que me derretí como un helado, luego con sus manos me acerco, agarrando mis caderas y chocando mi cuerpo con el suyo.
¾    ¡Gerard!
¾    ¡No me interrumpas! ¿En qué iba? Ah, sí. Nos dimos un beso largo y apasionado, metí mi mano por debajo de su camisa, lo toque rico y sentí como se endurecieron sus tetillas. Lara te juro que ese tipo es…
¾    Un viejo
¾    ¡Cállate! Luego de eso, sonó su celular y se fue de mi lado sin decir nada. Me dejo todo caliente, con ganas de más.
»Obvio que me amargue pues, quien lo llama y me jode mi beso. Ya pues me metí a la casa y me volvió a hablar, hasta que papá se acercó y nos presentó, casi le da un ataque cuando se entero que Donald era mi papa. Pero ya que, hablamos un ratito y le dije un par de cochinaditas, esas mañosas para calentarlo un poco y me dijo al oído que me quería follar, no sabes como me puse, no sabes, era para tomarme una foto con la cara de idiota que puse, hasta creo que babee.
»Bueno pues ahí mama nos llamó a cenar, él tuvo que irse y ya pues creo que me tire encima de él y le deje mi celular… y adivina que, me llamo pues, obvio que me llamo al rato nomás a la hora, y quedamos en vernos al día siguiente. Si pues, con el almorcé. Por eso desaparecí y no me viste. Hablando de eso, ¿Que almorzaste? Yo casi lo almorcé a él. Y claro, hablamos un montón hasta que tuvo que regresar a la oficina. Pero yo quería seguir estando con él. Así que me quede vagando por ahí cerca nomás de su trabajo. Exactamente me fui al cine y hasta intente jugar en las maquinas esos de juegos en Coney Park, pero perdí.  »Ya, no me mires así, ya sé que falte al colegio, pero créeme que valió la pena. La cosa es que lo espere hasta las ocho de la noche. Se quedó idiota al verme afuera de su trabajo, felizmente Donald no me vio si no ahí se armaba la grande. Ya bueno nos subimos a su carro y compramos en el automático del KFC algo de comer, nos estacionamos por ahí nomás cerca de un parque y comimos. ¡Comida eh! De ahí… hablamos de mas cosas, yo le pregunte de todo, es que me moría por saber de él pues, tan perfecto. Luego terminamos, nos acariciamos y nos besamos. La cosa se puso tan bien, que le dije para venir acá a la casa pues, mas cómodos, y nos quedamos besándonos. Hasta que no pude mas y lo toque, nos tocamos rico un rato nomás y yo que me moría de ganas de vérsela, tocársela…  Y bueno pues Lara ¡Qué vergüenza! pero es que me moría por chupársela y lo hice y casi me atraganto, pero que rico.
¾    Eres un asco
¾    Hay por favor, que a ti no te gusten, no quiere decir que no estén buenas ¿Ok? A mí me encantan, sobre todo la de él, de Frank. Creo que estoy enamorado Lara, si creo que me enamore de él. Mañana, diré ya más tarde hemos quedado en vernos para terminar de consumar la cosa. ¡No sabes yo estoy como loco por verlo! Así que me voy a la cama ¿ya? así duermo y sueño con el ahora que aun tengo su olor en mi piel.
¾    Gerardo Arturo, déjate de huevadas. Ese tipo es un viejo. Si vuelves a verte con él, le diré a papá y no creo que te haga gracia eso.
¾    Si le dices a papá, le digo que metes putas a la casa, te drogas como una loca y encima ¡no te bañas!
¾    Gerard, tienes dieciséis años. ¿ENTIENDES? ¡DIESCISÉIS!


Gerard no me hiso caso y se fue corriendo a su habitación para encerrarse. Lo peor de todo es que no me iba a atrever a decirle nada a mi viejo. Primero porque por más que me quiera, yo no soy su hija. Gerard si es su hijo. Y en algún momento he metido putas a la casa, me he drogado hasta la inconciencia y casi nunca me baño. Pero tampoco me puedo quedar con los brazos cruzados.
Me quedé sentada en la cocina un rato dándole vueltas al asunto, pero no se me ocurría nada para que Gerard deje al viejo ese. Las cosas habían cambiado tanto de un día para otro. Ayer Gerard estaba cortándose a punto de quitarse la vida. Yo estaba llorando por Emily y ahora tengo a una linda chica – con un poco de problemas, creo que es una drogadicta y media puta -  durmiendo en mi cama.
 Y hablando de ella ¿Por qué rayos la eh metido a mi casa?  Le eh dado una cama para dormir, ropa y comida. ¿Y ella? Creo que ha sido un poco cabrona conmigo.
Fui a la sala y me acurruqué en uno de los muebles. Obviamente no en el que Gerard había estado con Frank. Y me quedé dormida pensando en ella.

Me desperté a las ocho de la mañana, con la ayuda del despertador. Tenía clases a medio día, así que me sobraba el tiempo para pasar el rato con mi invitada. Me levante, saqué un yogurt y me puse a imaginar a Julieta entrando a la cocina vestida sólo en delantal.

¾    Me voy a ver a Frank – dijo Gerard sonriente bajando con una mochila colgada
¾    Vete al colegio – le dije
¾    No me jodas Lara, él es mi novio, así que no te metas
¾    ¿Ya son novios? – le pregunte sorprendida
¾    ¡¡Claro!!... crees que a cualquiera se la voy a chupar, no pues Lara estas bien equivocada – me dijo indignado
¾    Lleva las cosas con calma Gerard, ese tío sólo te va a traer problemas

Me dio un poco de cosa escuchar a mi hermano decir que ese viejo era “Su novio”. Un tipo de treinta y nueve años con mi hermano de dieciséis. Un mocoso con serios conflictos internos, un largo expediente de intentos de suicidio y depresión. No tenia ganas de que las cosas se repitan con Gerard, yo no iba a soportar nuevamente esto, y sabia que mis padres tampoco, aun lo recuerdo, aun me lacera el corazón, mi hermano muriéndose, mis padres como locos, yéndose de casa, él culpando a todos, culpándolo al “él” de turno. No, no podía repetirse esto de nuevo, debía de controlar su obsesión, no tenían que llegar más lejos las cosas. Me puse a pensar un rato, imagine a Gerard a las afueras de la casa del viejo ese, esperándolo, espiándolo, se me erizo el cuerpo. Frank no era un niño, era un hombre mayor. No quería que lastimaran a mi hermano, no quería que sufriera más.

Seguí dándole cuerda a lo de Gerard, hasta que Julieta volvió a mi cabeza. ¿Pero qué clase de anfitriona soy?  Estuve por subir a mi habitación, supuse que ella aun dormía, así que empecé a prepararle algo de desayunar. A pesar de la actitud arisca de Julieta, algo me impulsaba a estar a su lado, a intentar entenderla, ayudarla y quizás intentar sacarla de ese agujero negro. Quería saber más de ella, preguntarle muchas cosas, sobre todo por qué accedió a venir conmigo. A pesar de todas las cosas desagradables que me había dicho. No es que me dolieran, pero es que no la entendía y realmente quería hacerlo. Si pensaba ayudarla, tenía que entenderla antes. Me puse a hacer unos wafles y los serví en un plato, les unte miel y puse un trozo de mantequilla a lado. También serví un vaso de leche, y un bol con fruta picada que siempre tenía en la refrigeradora. Subí todo con cuidado en la bandeja donde le serví la cena, tenía miedo de que todo se me cayera. Toque la puerta un par de veces pero no respondió, espere un ratito pero nada, así que decidí entrar.

¾    Despierta, te traje algo de comer – dije cargando la bandeja

Sonreí a la nada, y me quede viendo toda mi habitación, parecía que había pasado un huracán dentro, mi ropa estaba tirada al igual que mis objetos personales, todo estaba revuelto y claro ella no estaba. Deje la bandeja en mi escritorio y me acerque a la puerta del baño, abrí la puerta quizás con la estupida idea de que ella estaba dándose una ducha y había estado buscando el champú, pero obviamente tampoco estaba.
Me quede inmóvil, no dije nada, pasaron unos minutos hasta que reaccione y me senté en el borde de la cama. Todo me daba vueltas, todas las cosas malas venían a mí. Recordé a la psicóloga de la universidad, a Emily, a mi vieja obligándome a maquillarme a los 12 años, a mi papa gritándome por algo que no hice, a Donald pidiéndome que use un vestido de color y no negro, a las risas burlonas de las tipas en el colegio y sobre todo me acorde de la ultima vez que vi a Sofía.
Me pare de la cama y arranque las sabanas y las lance por mi ventana al jardín, empecé a recoger mis cosas del piso y vi mi billetera tirada abierta y vacía. Busque en mi closet mi cajita favorita, esa donde tenía todo tipo de drogas recreativas y la encontré rota y sin nada dentro. La muy maldita me había robado, se había burlado de mi, abuso de la confianza que le di. Mierda, me volvieron a ver la cara de idiota, genial era lo que me faltaba.
Sentí ganas de llamar a alguien, contarle todo esto, que me escuche, que me diga algo y me haga sentir mejor. Por inercia marque el número de Emily, maldición no contesta. Recordé que no iba a contestar, Emily ya no estaba para mí, estaba para Howie, su novio, su futuro esposo y yo solo era un vago recuerdo de una calentura para ella. ¡Mierda!
Prendí mi laptop y escribí, escribí como si de eso dependiera mi vida, lo hice y me sentí un poco mejor. Al medio día iría a la universidad, la vería y le partiría la cara a esa estúpida.

El timbre de casa sonó, mi corazón casi sale de mi boca, no podía creerlo ¿Regreso? Quizás se metieron unos ladrones y la secuestraron a la pobrecita. Baje las escaleras como una loca, descolgué el intercomunicador con torpeza, tome aire y hable.

¾    ¿Julieta?
¾    No señora, somos de Sedapal, venimos a revisar su tanque de agua
¾    ¡Váyase a la mierda! - grité
Tiré el auricular del intercomunicador y me puse a llorar como una magdalena. Me sentía estúpida y lo peor era que sabía todo esto era mi culpa.
Cuando me calme, un par de horas después,  recogí mi bolso de la universidad y fui al departamento de mis viejos.  Nunca voy a visitarlos, es que es muy lejos (yo vivo en Chaclacayo y ellos en Miraflores). Sólo estaba mi mamá. Se estaba pintando las uñas mientras miraba televisión. Se sorprendió cuando me vio. Lo primero que dijo fue:

¾    ¿Te has estado drogando?

 Cuando le dije que no, me pregunto porque mis ojos estaban tan rojos. Así que le conté una verdad, casi cierta. Me habían asaltado, no tenía billetera ni celular. Mi madre se asustó y me dijo que de ahora en adelante tengo que andar con un hombre de seguridad de papá. Mejor otro día mamá, le dije, tengo que ir a clases. Mi madre me apachurro en su cuerpo y me regaló una estampita de la Virgen María, junto a quinientos soles. Aparte de eso me dijo que me enviaría con el chofer un nuevo celular. Se lo agradecí y salí cómo alma en pena a la universidad.

Cuando llegué, cruce la facultad de arte y empecé a buscarla con la mirada, pero no tuve suerte, seguro estaba durmiendo en la casa de algún tipo o estaban follando en este momento.  Trate de no pensar más en ella, así que me metí a la cafetería y pedí un café cargado y una empanada. Eran casi las once, cuando recordé que la psicóloga me había dado cita. Mierda. Lo último que me faltaba. Corrí hacía el pabellón donde estaba la consulta, en ese momento justo salía su paciente anterior. Un gordito con cara de buena gente. Tenía un aspecto triste, cuando salió me quedo mirando a los ojos. Luego se fue arrastrando los pies. Diablos, era el tipo que acompañaba a Julieta ayer.

¾    ¿Lara Grey? ¿Cierto?
¾    Si
¾    Pasa, pensé que no vendrías
¾    Si, sólo que no puedo quedarme mucho tiempo tengo examen y quiero estudiar un poco antes – si le decía que quería largarme, posiblemente me olvidaba de Literatura Rusa
¾    Así que examen ¿No?
¾    Sí… - mentí
¾    De acuerdo, si colaboras te iras pronto – yo asentí y ella sonrío – Dime Lara, ¿Qué es lo que pasa contigo?  
¾    Eh… - dije sobándome los ojos, mierda seguro aún estaban irritados.
¾    ¿Porque llegas tarde a clases?
¾    No es que siempre llegue tarde, solo fue un par de veces pero Gasterumendi es un exagerado y me mando aquí, es que mi padre trabaja hasta tarde y yo me quedo esperándolo para conversar un ratito y a veces me quedo dormida en las mañanas
¾    Es muy dulce lo que dices, pero… ¿Cómo explicas que llegues con olor a alcohol y cigarrillos? – la psicóloga abrió su libreta y se puso a apuntar
¾    Siempre hay cócteles en casa y bebo un poco, por el apuro de venir a clases despierto tarde, no me baño y vengo así
¾    ¿Tus padres beben con frecuencia? ¿Beben contigo?
¾    No, sólo un par de copas en algún evento
¾    Tomas muchas por lo que dice el profesor, haz llegado cinco veces con fuertes olores
¾    Solo fue una vez, lo que sucede es que soy un poco descuidada de mi apariencia y la ropa siempre queda impregnada de olores. Entonces a veces no me doy cuenta y me pongo lo que encuentro por el apuro
¾    O sea, nunca lavas tu ropa
¾    Bueno, pocas veces
¾    Ya veo Lara, dime ¿tienes novio?
¾    No
¾    ¿No? ¿No te gusta ningún chico?

No pensaba decirle que no me importaban los chicos. Si le decía eso me iba a soltar el disco de algo.

¾    Por ahora, solo me preocupo por mi estudios - mentí
¾    Ya veo Lara – vio su reloj – te dejo para que estudies, ¿Te parece si nos vemos el próximo lunes?
¾    Claro, dígame podré ir a literatura rusa
¾    Por supuesto, pero lava tu ropa antes ¿eh? Una señorita debe estar muy limpiecita
¾    Gracias por el consejo, lo haré – le di la mano – ha sido muy amable.

Salí casi corriendo de ahí y con una sonrisa en los labios, lo había logrado, me zafe de la psicóloga, estaba completamente segura de que se había tragado todo lo que le había dicho. Fui a clase de Literatura Contemporánea y no presté atención a nada. Me puse a escribir un cuento donde mataba a Julieta.  Cuando salí, me encontré con Mike.  Tenía cara de feliz cumpleaños. No tenía ganas de escucharlo, pero no tenía otra alternativa, ya había soltado el rollo.

¾    Me voy a ver a Ana Paula - dijo con una sonrisa en los labios
¾    ¿Qué? – le pregunte sorprendida
¾    Así como lo oyes, me dieron la visa, mi vuelo sale hoy a las diez de la noche
¾    ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
¾    Por supuesto, Lara estoy feliz. Iré a traerla. ¿Puedes creerlo? ¡Vendrá a Lima a vivir conmigo!
¾    Ella es una niña
¾    Tiene quince años, no es ninguna niña, además yo tengo veinte.
¾    Es menor de edad, Mikey piénsalo un poco por favor, no quiero que te metas en líos
¾    No hay líos Lara, todo esta arreglado – sonrío – traeré a Ana Paula y seremos muy felices juntos.

No le dije nada más, sabia que estaba botando saliva en vano, Mikey era así de obstinado, prefería no pelear con el, además tenia demasiadas cosas en la cabeza, como pensar como controlar a Gerard y claro, encontrar a esa cabrona ladrona.
Seguimos conversando de cosas que ni recuerdo, esas banales que siempre salen para no quedar en silencio y tratar de distraer a la otra persona. No me atrevía a contarle lo de Julieta, supuse que no quería darle más problemas de los que ya iba a tener. Lo acompañe a comprar un regalo a Ana Paula, una pulsera de plata con un dije de corazón, una cursilería, pero que mas, seguro la mocosa iba a estar encantada. Mi celular sonó, era Gerard, me avisaba que no lo espere a dormir en casa, que se quedaba con Frank. No me dejo hablar y me colgó. Ese era otro terco. No quería imaginar como terminarían las cosas. La última vez, su ex novio casi lo mata. Mi novia termino conmigo por su culpa. Mis viejos se fueron de la casa. Mi cabeza iba a reventar.

Al día siguiente todo estaba igual, vague por la universidad, fui a clases, la busque disimuladamente, pero no la encontré. Gerard por su parte aparecía en casa sólo para cambiársela la ropa. Lo mismo pasó el jueves y viernes. Mi hermano desapareció todo el fin de semana. El sábado yo me emborrache hasta casi morir. El domingo fue casi lo mismo, hasta que por la tarde media zombi, recibí una llamada de Mikey. Pensé que ya lo habrían metido preso por sacar fuera del país a una menor de edad. Su voz sonaba demasiado melosa, muy alegre. La odie. Me pidió que por favor lo recoja del  aeropuerto. El taxi que pidió le había fallado y Ana Paula no quería tomar uno de la calle. Mocosa engreída.
Casi me arrastré a la camioneta. No tengo idea como pude manejar de Chaclacayo hasta el Callao, pero lo hice con cinco botellas de agua a lado, que me ayudaban a mejorar la resaca.
Mi amigo estaba esperándome junto a una chica pequeña que abría mucho los ojos. Ojo, los abría no de curiosidad, si no, como de asombro. Parecía asqueada con todo. Mikey me abrazo efusivamente, ella al ver eso,  cruzo sus brazos y frunció el ceño. Por joderla, alargué el abrazo. Lo peor que puede haber en este mundo es la gente celosa. Mikey era mi mejor amigo, mi hermano y ella era una chiquita de quince años que sabia solo le traería problemas.

¾    Ella es Anita – dijo con ojos de borrego degollado
¾    Hola – le dije y tendí la mano

Ella sólo me levanto las cejas y se puso a besar a Mikey como si fuera a llevárselo a la cama ahí mismo. No le metí un puñete porque Mikey era mi amigo. Subí a la camioneta y ambos me siguieron. Se sentaron en la parte posterior. Quería matar a Mikey.

¾    No voy a estar adelante sola, no soy tu chofer Mikey – le dije
¾    Lara no seas así, es nuestro primer día juntos aquí – dijo sin mirarme

Lo mire con recelo y subí a la camioneta, no hable en el camino con ellos. Aunque tampoco me hablaron ellos. No dejaban de decirse cursilerías y besarse, si porque hacían unos sonidos asquerosos cuando sus labios chocaban. Me hice la loca, y seguí manejando, el espejo retrovisor estaba casi empañado con el sudor que había en la parte trasera de mi camioneta. Al fin llegue al departamento de Mikey, ellos ni se inmutaron, voltee a verlos y les informe que habíamos llegado. Me agradecieron, ella tenia una sonrisa en el rostro y apretaba su cuerpo al de mi amigo, quería reírme por su actitud infantil, por los celos que evidentemente me tenia, si a mi, sobre todo a mi. No aguante mas y me reí mirándola, es que era tan chistosa poniéndose en ese plan. Nos despedimos, los invite a comprar condones antes de irme. En el camino me puse a pensar que a pesar de la edad de Ana, de que sabia que habría problemas – no es que sea negativa, pero vamos es ¡obvio! – ambos estaban enamorados. Mikey estaba feliz, había encontrado a alguien, se veía que se querían muchísimo. Y yo, yo estaba sola otra vez.
Supongo que en ese momento debí pensar en Emily, en lo que me hizo, pero la única persona que vino a mi cabeza fue Julieta.
¿Dónde estaría?
Pensé en ella, y no entendía el porqué, debería tenerle cólera por haberme robado y burlado de mí, pero no podía.
No podía odiarla.
Suspire y al fin llegue a mi casa, abrí una botella de vino y la termine en un instante.
Quería verla, aunque sabía que era un error.