martes, 25 de abril de 2017


lunes, 2 de enero de 2017

La noche en que lo conocí

No sé cómo comenzar.. recuerdo haberlo visto por primera vez en el suelo.. llorando, perdido, pero sin pedir ayuda. Estaba situado en medio de la oscuridad, inmóvil mientras sus lágrimas caían como lluvia sobre sus mejillas.

Me acerqué, no quise asustarlo, pero me di cuenta que no advirtió mi presencia. Me senté a su lado y lo observé, intentando no incomodarlo. Poco a poco sus lágrimas cesaron pero no emitía palabra alguna, su rostro estaba cubierto por cabellos negros, no se lograban ver sus ojos, sus manos blancas, pálidas estaban ocultas entre sus brazos, su cuerpo rígido mostraba una postura vulnerable, ausente en el mundo, pero a mi lado.

Decidí quedarme, mi camino no tenía dirección exacta, en realidad sí la tenía, pero no quería  seguir sola, entonces me quedé, me quedé a su lado, me quedé a mirarlo, a cuidarlo, pero aún así no se inmutaba con mi presencia, algo me decía que nadie podría llegar a amar a este ser como yo lo haría yo. Son esas cosas que sientes desde el primer momento sin mayor explicación, sólo sientes, sabes que es así. Era tan frágil que podrías dañarlo deliberadamente, pero a la vez tan hermoso que el amor que evoca es inevitable. Tan extasiante, tanto sentir en un solo momento que incluso ésta proximidad bastaba para sentirlo por completo, tanto en una sola persona, era mágico.

No me atreví a tocarlo, no quise hablar durante mucho tiempo, ya no recuerdo cuánto. Me abstuve, lo dejé vivir... tal vez sus heridas eran más profundas de lo que mostraba superficialmente, tal vez estaba roto y no sabía como ser de otra manera, pero ahí estaba yo, también algo herida, quebrada, en reconstrucción, tal vez la vida me puso en su camino para construir algo juntos, para amarnos y reparar cada pieza maltrecha, para escribir nuevos capítulos a la vida que viene por delante. Sumida en mis pensamientos salió una frase casi sin notarlo, tan espontánea que no advertí cuando mis labios la articularon, le dije "Te Amo y no te haré daño".

Esperé una respuesta, una mirada, una señal para saber que me había entendido, que quería que me quedara, pero en cambio sólo vi una como una última lágrima cayó sobre su rostro en silencio.

Mientras tanto, mis recuerdos aparecieron frente a mí, al mismo tiempo las imágenes del camino al que me dirigía. La vida me mostraba el futuro que deseaba y en mi corazón pensaba en el pasado maldito, un pasado que removía mis fundamentos, mis bases como persona, un pasado oscuro que no quería recordar, pues con mucha fuerza lo llevaba en la mochila, pero que no pesaría más que las ganas de llegar a mi destino.

No terminaba de perderme en mí misma cuando siento su mirada, penetrante, directo a mis ojos, ésta vez era yo quién tenía la mirada perdida. Vi sus ojos negros, oscuros como la noche, como esta gran oscuridad en la que estábamos sumergidos, brillantes por sí solos, pero amables, sinceros y me miraban a mi, sólo a mi, como si pudiera atravesarlos y llegar hasta el fondo de su ser, lo sintió, y lo permitió. Creamos una conexión inigualable, éramos uno con sólo una mirada, tuve miedo, estaba tan dispuesto, y yo solo quería acercarme un poco más, pero sabía que era peligroso, que se iría de mi lado si intentaba algo más, y finalmente así fue.

Mantuve su mirada por unos segundos más, quise permitirle ver dentro de mí, y lo hizo. Noté como pasó por esos recuerdos, visualizó mi camino, vio mis cicatrices, y aún así se quedó. Por un momento y sin decir una palabra supe que me amó, que me amó por completo, pero yo.. yo no sabía amar sin hacer daño... yo ... yo lo haría sufrir.

Apartó su mirada de la mía y me sonrió levemente, entendí que mi compañía le agradaba, pero antes de poder sacar alguna otra conclusión, me dijo que también me amaba y que no tenía miedo de mis espinas, pues eran bellas, es más..  dijo que yo era hermosa en mi totalidad. Yo no podía creerlo, estaba atónita, realmente sorprendida, tan bello y frágil me amaba, se estaba entregando a mí, y lo más extraño de todo... me encontraba hermosa, me vio completamente y pensó que soy hermosa. Desde ese momento supe que no podría dejarlo ir, que tan bello ser tenía que estar a mi lado y compartir el camino que diseñé, comenzar a crear uno nuestro.

Se levantó y me dio la mano, caminamos juntos, comenzamos a iluminar la oscuridad, estábamos perdidos el uno en el otro, me sentía feliz a su lado, segura, amada, completa. Era tan especial que no sabía con exactitud cómo provocaba tantas cosas en mí. Pero yo siempre quiero más, yo quería tenerlo más cerca, yo quería sentirlo.

Nos detuvimos por un momento, compartíamos ideas, parecía como si ninguno de los dos tuviera una vida distinta del otro, parecía como si el pasado ya no estuviera en la mochila, parecía todo tan perfecto, y lo era... pero lo arruiné.

Volvimos al silencio, pero un silencio mucho más cálido, no era como cuando lo conocí, éste silencio era especial, era un silencio sin ausencia, era un silencio de estar presentes, de estar juntos, de coexistir, era un silencio con amor. Vi sus ojos negros, navegué en sus misterios, en sus bondades, en lo hermoso de su ser, mientras él con su mano acariciaba mi rostro, no me importó que pudiera verme al desnudo, no me importaba nada más que sus labios. Mis ojos estaban clavados en ellos, no podía dejar de mirarlos, de desearlos, de querer sumergirme en todo lo que él podía darme.

Me acerqué lentamente, despacio como pidiendo permiso, pero él no hizo nada, no dijo nada tampoco, sólo su mano quedó petrificada en mi cara, seguí aproximándome a él hasta el punto de sentir su respiración y empaparme de ella. Mis labios se abrieron, querían besarlo, querían su inmensidad en un beso, quería amarlo por completo. Con tan sólo rozar mis labios con los suyos, sentí como todo su cuerpo se estremeció, se volvió de piedra, su mano se alejó de mi cuerpo y me di cuenta que lo estaba perdiendo, como con tan sólo un beso estaba abriendo sus heridas, su cicatriz aún estaba abierta, y yo no lo había notado. Tenía su corazón expuesto y no supe esperar a que sanara, no pude protegerlo de mí misma.

Llevé mis manos a mi rostro tapándolo por completo, sentí como ese dolor también era mío y que lo estaba viviendo. Lloré, lloré como nunca lo había hecho en la vida, nada duele más que perder algo hermoso y por tu causa, haberle hecho daño cuando lo único que querías era darle amor. Me sentí miserable, tanto que había olvidado que él permanecía a mi lado. Abrí los ojos, miré al costado y ya no estaba, había desaparecido, sólo quedaba en el suelo su corazón abandonado, su corazón que decía mi nombre, el corazón más bello que había visto estaba en mis manos ahora, herido y agónico, pero hermoso como sólo él podía ser, pues era su corazón.

Fue así como una vez lo conocí, en la oscuridad, solo, triste, fue mío y no supe cuidarlo, su corazón se desvaneció en la noche, y desde entonces sigo buscando mi camino, pero llena de vacíos, mi vida sin él.