Lara
Recién a
las dos de la mañana, Gerard despidió a su amiguito. Baje corriendo a la
primera planta para encararlo. ¿Cómo se le ocurre hacer guarradas en la sala de
la casa de nuestros viejos? ¿Y si ellos
venían? Y sobre todo ¡Acaso está loco como para meterse con ese viejo! ¡Encima
ese viejo trabaja con su viejo! ¡Tienen la misma edad! Estaba indignada,
asqueada. Gerard estaba loco. Si no se estaba tratando de matar, se estaba
revolcando con algún pobre diablo. El tipo ese era un pervertido. Gerard no
tenía ni DNI celeste. Su cuerpo estaba conformado aún por grasa infantil. Hasta
ahora no entiendo porque no baje las escaleras y boté a patadas al viejo ese. Supongo
que primero era para no generar un escándalo. Mi hermano y yo cuando nos
alteramos, gritamos tanto, que todo el vecindario se entera y serenazgo termina
en la puerta de la casa preguntando cuál de los dos está herido. Además, el
tipo ese es congresista. Le arruinaría la carrera, claro eso no me importa,
pero nada me garantiza que el infeliz no se vengue y le arruine la vida a mi viejo.
Lo primero
que tenía que hacer, era cuadrar al imbécil de Gerard. Luego me encargaría de
ese pervetido. Esto no podía repetirse. Si mis viejos se enteran, a quien van a
culpar es a mí.
¾ ¿Puedo saber qué carajo hacías?
¾ ¿Acaso no viste? ¡Es tan perfecto! -
dijo caminando hacia la cocina
¾ Déjate de tonterías, ese sujeto es un viejo cuarentón ¡cómo te atreves!
¾ Tiene una de 25
centímetros también. – su rostro se ruborizó - Vamos Lara, no me jodas, además ¡Tú también
has metido a alguien a la casa!
¾ Ese no es asunto tuyo
¾ Entonces tampoco lo es Él, ¿OK?
¾ Gerard, ella es una compañera de universidad que se peleo con sus
viejos, en cambio él es un viejo, amigo de Donald y tu se la haz estado mamando
¾ Ni me lo recuerdes – dijo sonriendo – ya deja de joderme y mejor te
cuento ¿sí?
¾ ¡Déjate de huevadas Gerard! ¡Vas a meter en problemas a mi viejo!
Deberías agradecer que no llamé a la policía.
¾ ¡Pero si es joven! Tiene treinta y nueve añitos, o sea jovencito si ya
no me mires con esa cara.
¾ Estoy hablando en serio
¾ Yo también hermanita, mejor siéntate – dijo acercándose a la nevera,
sacó un par de cervezas heladas, me dio una y el comenzó a beber la otra – Uff
que rico, me moría de sed, bueno… te decía. Lo conocí ayer, en la cena de papá.
Yo ya lo había visto con mi viejo hace tiempo y bueno, siempre sale en la tele.
Así que empecé a caminar cerca de él y
¿adivina qué? ¡Se me acerco!
¾ Tiene más de cuarenta años ¿Qué rayos pasa contigo?
¾ ¿Me vas a dejar hablar o no? Si no fuera, por él, ya estaría muerto
¾ Déjate de idioteces
¾ Déjate tú de idioteces y déjame hablar. Bueno, sigo. Se me acercó y empezó
a decirme cosas, esas que alguien te dice siempre para querer meterse a la cama
contigo. Es que eso pensé pues, me dijo que hacia tan solo aquí, que era lindo
y cosas así, me desnudo con la mirada, con esos ojazos que se maneja.
¾ Gerard, no puedes volver a verlo
¾ ¡Déjame hablar aguafiestas! ¡Ese hombre es perfecto para mí! Al menos
para mí lo es. Luego de tanta palabrería, nos fuimos un ratito al jardín. Ahí donde
están esos duendes feos que puso mama para crear el bosque de blanca nieves,
bueno pues me acomodó entre los enanos y me beso. No te imaginas lo rico que
besa. Con lengua y todo. Primero se me acerco y lamió mis labios, yo me
derretí. Lara te juro que me derretí como un helado, luego con sus manos me
acerco, agarrando mis caderas y chocando mi cuerpo con el suyo.
¾ ¡Gerard!
¾ ¡No me interrumpas! ¿En qué iba? Ah, sí. Nos dimos un beso largo y
apasionado, metí mi mano por debajo de su camisa, lo toque rico y sentí como se
endurecieron sus tetillas. Lara te juro que ese tipo es…
¾ Un viejo
¾ ¡Cállate! Luego de eso, sonó su celular y se fue de mi lado sin decir
nada. Me dejo todo caliente, con ganas de más.
»Obvio que me amargue pues, quien lo llama y me
jode mi beso. Ya pues me metí a la casa y me volvió a hablar, hasta que papá se
acercó y nos presentó, casi le da un ataque cuando se entero que Donald era mi
papa. Pero ya que, hablamos un ratito y le dije un par de cochinaditas, esas
mañosas para calentarlo un poco y me dijo al oído que me quería follar, no
sabes como me puse, no sabes, era para tomarme una foto con la cara de idiota
que puse, hasta creo que babee.
»Bueno pues ahí mama nos llamó a cenar, él tuvo que
irse y ya pues creo que me tire encima de él y le deje mi celular… y adivina
que, me llamo pues, obvio que me llamo al rato nomás a la hora, y quedamos en
vernos al día siguiente. Si pues, con el almorcé. Por eso desaparecí y no me
viste. Hablando de eso, ¿Que almorzaste? Yo casi lo almorcé a él. Y claro,
hablamos un montón hasta que tuvo que regresar a la oficina. Pero yo quería
seguir estando con él. Así que me quede vagando por ahí cerca nomás de su
trabajo. Exactamente me fui al cine y hasta intente jugar en las maquinas esos
de juegos en Coney Park, pero perdí. »Ya, no me mires así, ya sé que falte al colegio,
pero créeme que valió la pena. La cosa es que lo espere hasta las ocho de la
noche. Se quedó idiota al verme afuera de su trabajo, felizmente Donald no me
vio si no ahí se armaba la grande. Ya bueno nos subimos a su carro y compramos
en el automático del KFC algo de comer, nos estacionamos por ahí nomás cerca de
un parque y comimos. ¡Comida eh! De ahí… hablamos de mas cosas, yo le pregunte
de todo, es que me moría por saber de él pues, tan perfecto. Luego terminamos,
nos acariciamos y nos besamos. La cosa se puso tan bien, que le dije para venir
acá a la casa pues, mas cómodos, y nos quedamos besándonos. Hasta que no pude
mas y lo toque, nos tocamos rico un rato nomás y yo que me moría de ganas de vérsela,
tocársela… Y bueno pues Lara ¡Qué
vergüenza! pero es que me moría por chupársela y lo hice y casi me atraganto,
pero que rico.
¾ Eres un asco
¾ Hay por favor, que a ti no te gusten, no quiere decir que no estén
buenas ¿Ok? A mí me encantan, sobre todo la de él, de Frank. Creo que estoy
enamorado Lara, si creo que me enamore de él. Mañana, diré ya más tarde hemos
quedado en vernos para terminar de consumar la cosa. ¡No sabes yo estoy como
loco por verlo! Así que me voy a la cama ¿ya? así duermo y sueño con el ahora
que aun tengo su olor en mi piel.
¾ Gerardo Arturo, déjate de huevadas. Ese tipo es un viejo. Si vuelves a
verte con él, le diré a papá y no creo que te haga gracia eso.
¾ Si le dices a papá, le digo que metes putas a la casa, te drogas como
una loca y encima ¡no te bañas!
¾ Gerard, tienes dieciséis años. ¿ENTIENDES? ¡DIESCISÉIS!
Gerard
no me hiso caso y se fue corriendo a su habitación para encerrarse. Lo peor de
todo es que no me iba a atrever a decirle nada a mi viejo. Primero porque por más
que me quiera, yo no soy su hija. Gerard si es su hijo. Y en algún momento he
metido putas a la casa, me he drogado hasta la inconciencia y casi nunca me
baño. Pero tampoco me puedo quedar con los brazos cruzados.
Me quedé
sentada en la cocina un rato dándole vueltas al asunto, pero no se me ocurría
nada para que Gerard deje al viejo ese. Las cosas habían cambiado tanto de un
día para otro. Ayer Gerard estaba cortándose a punto de quitarse la vida. Yo
estaba llorando por Emily y ahora tengo a una linda chica – con un poco de
problemas, creo que es una drogadicta y media puta - durmiendo en mi cama.
Y hablando de ella ¿Por qué rayos la eh metido
a mi casa? Le eh dado una cama para
dormir, ropa y comida. ¿Y ella? Creo que ha sido un poco cabrona conmigo.
Fui a la
sala y me acurruqué en uno de los muebles. Obviamente no en el que Gerard había
estado con Frank. Y me quedé dormida pensando en ella.
Me
desperté a las ocho de la mañana, con la ayuda del despertador. Tenía clases a
medio día, así que me sobraba el tiempo para pasar el rato con mi invitada. Me
levante, saqué un yogurt y me puse a imaginar a Julieta entrando a la cocina
vestida sólo en delantal.
¾ Me voy a ver a Frank – dijo Gerard sonriente bajando con una mochila
colgada
¾ Vete al colegio – le dije
¾ No me jodas Lara, él es mi novio, así que no te metas
¾ ¿Ya son novios? – le pregunte sorprendida
¾ ¡¡Claro!!... crees que a cualquiera se la voy a chupar, no pues Lara
estas bien equivocada – me dijo indignado
¾ Lleva las cosas con calma Gerard, ese tío sólo te va a traer problemas
Me dio
un poco de cosa escuchar a mi hermano decir que ese viejo era “Su novio”. Un
tipo de treinta y nueve años con mi hermano de dieciséis. Un mocoso con serios
conflictos internos, un largo expediente de intentos de suicidio y depresión.
No tenia ganas de que las cosas se repitan con Gerard, yo no iba a soportar
nuevamente esto, y sabia que mis padres tampoco, aun lo recuerdo, aun me lacera
el corazón, mi hermano muriéndose, mis padres como locos, yéndose de casa, él culpando
a todos, culpándolo al “él” de turno. No, no podía repetirse esto de nuevo,
debía de controlar su obsesión, no tenían que llegar más lejos las cosas. Me
puse a pensar un rato, imagine a Gerard a las afueras de la casa del viejo ese,
esperándolo, espiándolo, se me erizo el cuerpo. Frank no era un niño, era un
hombre mayor. No quería que lastimaran a mi hermano, no quería que sufriera
más.
Seguí
dándole cuerda a lo de Gerard, hasta que Julieta volvió a mi cabeza. ¿Pero qué
clase de anfitriona soy? Estuve por
subir a mi habitación, supuse que ella aun dormía, así que empecé a prepararle
algo de desayunar. A pesar de la actitud arisca de Julieta, algo me impulsaba a
estar a su lado, a intentar entenderla, ayudarla y quizás intentar sacarla de
ese agujero negro. Quería saber más de ella, preguntarle muchas cosas, sobre
todo por qué accedió a venir conmigo. A pesar de todas las cosas desagradables
que me había dicho. No es que me dolieran, pero es que no la entendía y
realmente quería hacerlo. Si pensaba ayudarla, tenía que entenderla antes. Me
puse a hacer unos wafles y los serví en un plato, les unte miel y puse un trozo
de mantequilla a lado. También serví un vaso de leche, y un bol con fruta
picada que siempre tenía en la refrigeradora. Subí todo con cuidado en la
bandeja donde le serví la cena, tenía miedo de que todo se me cayera. Toque la
puerta un par de veces pero no respondió, espere un ratito pero nada, así que
decidí entrar.
¾ Despierta, te traje algo de comer – dije cargando la bandeja
Sonreí a
la nada, y me quede viendo toda mi habitación, parecía que había pasado un
huracán dentro, mi ropa estaba tirada al igual que mis objetos personales, todo
estaba revuelto y claro ella no estaba. Deje la bandeja en mi escritorio y me
acerque a la puerta del baño, abrí la puerta quizás con la estupida idea de que
ella estaba dándose una ducha y había estado buscando el champú, pero
obviamente tampoco estaba.
Me quede
inmóvil, no dije nada, pasaron unos minutos hasta que reaccione y me senté en
el borde de la cama. Todo
me daba vueltas, todas las cosas malas venían a mí. Recordé a la psicóloga de
la universidad, a Emily, a mi vieja obligándome a maquillarme a los 12 años, a
mi papa gritándome por algo que no hice, a Donald pidiéndome que use un vestido
de color y no negro, a las risas burlonas de las tipas en el colegio y sobre
todo me acorde de la ultima vez que vi a Sofía.
Me pare
de la cama y arranque las sabanas y las lance por mi ventana al jardín, empecé
a recoger mis cosas del piso y vi mi billetera tirada abierta y vacía. Busque
en mi closet mi cajita favorita, esa donde tenía todo tipo de drogas
recreativas y la encontré rota y sin nada dentro. La muy maldita me había
robado, se había burlado de mi, abuso de la confianza que le di. Mierda, me
volvieron a ver la cara de idiota, genial era lo que me faltaba.
Sentí
ganas de llamar a alguien, contarle todo esto, que me escuche, que me diga algo
y me haga sentir mejor. Por inercia marque el número de Emily, maldición no
contesta. Recordé que no iba a contestar, Emily ya no estaba para mí, estaba
para Howie, su novio, su futuro esposo y yo solo era un vago recuerdo de una
calentura para ella. ¡Mierda!
Prendí
mi laptop y escribí, escribí como si de eso dependiera mi vida, lo hice y me
sentí un poco mejor. Al medio día iría a la universidad, la vería y le partiría
la cara a esa estúpida.
El
timbre de casa sonó, mi corazón casi sale de mi boca, no podía creerlo
¿Regreso? Quizás se metieron unos ladrones y la secuestraron a la pobrecita. Baje
las escaleras como una loca, descolgué el intercomunicador con torpeza, tome
aire y hable.
¾ ¿Julieta?
¾ No señora, somos de Sedapal, venimos a revisar su tanque de agua
¾ ¡Váyase a la mierda! - grité
Tiré el
auricular del intercomunicador y me puse a llorar como una magdalena. Me sentía
estúpida y lo peor era que sabía todo esto era mi culpa.
Cuando
me calme, un par de horas después, recogí mi bolso de la universidad y fui al
departamento de mis viejos. Nunca voy a
visitarlos, es que es muy lejos (yo vivo en Chaclacayo y ellos en Miraflores). Sólo
estaba mi mamá. Se estaba pintando las uñas mientras miraba televisión. Se
sorprendió cuando me vio. Lo primero que dijo fue:
¾
¿Te has estado drogando?
Cuando le dije que no, me pregunto porque mis
ojos estaban tan rojos. Así que le conté una verdad, casi cierta. Me habían
asaltado, no tenía billetera ni celular. Mi madre se asustó y me dijo que de
ahora en adelante tengo que andar con un hombre de seguridad de papá. Mejor
otro día mamá, le dije, tengo que ir a clases. Mi madre me apachurro en su
cuerpo y me regaló una estampita de la Virgen María, junto a quinientos soles.
Aparte de eso me dijo que me enviaría con el chofer un nuevo celular. Se lo
agradecí y salí cómo alma en pena a la universidad.
Cuando
llegué, cruce la facultad de arte y empecé a buscarla con la mirada, pero no
tuve suerte, seguro estaba durmiendo en la casa de algún tipo o estaban
follando en este momento. Trate de no
pensar más en ella, así que me metí a la cafetería y pedí un café cargado y una
empanada. Eran casi las once, cuando recordé que la psicóloga me había dado
cita. Mierda. Lo último que me faltaba. Corrí hacía el pabellón donde estaba la
consulta, en ese momento justo salía su paciente anterior. Un gordito con cara
de buena gente. Tenía un aspecto triste, cuando salió me quedo mirando a los
ojos. Luego se fue arrastrando los pies. Diablos, era el tipo que acompañaba a
Julieta ayer.
¾ ¿Lara Grey? ¿Cierto?
¾ Si
¾ Pasa, pensé que no vendrías
¾ Si, sólo que no puedo quedarme mucho tiempo tengo examen y quiero
estudiar un poco antes – si le decía que quería largarme, posiblemente me
olvidaba de Literatura Rusa
¾ Así que examen ¿No?
¾ Sí… - mentí
¾ De acuerdo, si colaboras te iras pronto – yo asentí y ella sonrío –
Dime Lara, ¿Qué es lo que pasa contigo?
¾ Eh… - dije sobándome los ojos, mierda seguro aún estaban irritados.
¾ ¿Porque llegas tarde a clases?
¾ No es que siempre llegue tarde, solo fue un par de veces pero
Gasterumendi es un exagerado y me mando aquí, es que mi padre trabaja hasta
tarde y yo me quedo esperándolo para conversar un ratito y a veces me quedo
dormida en las mañanas
¾ Es muy dulce lo que dices, pero… ¿Cómo explicas que llegues con olor a
alcohol y cigarrillos? – la psicóloga abrió su libreta y se puso a apuntar
¾ Siempre hay cócteles en casa y bebo un poco, por el apuro de venir a
clases despierto tarde, no me baño y vengo así
¾ ¿Tus padres beben con frecuencia? ¿Beben contigo?
¾ No, sólo un par de copas en algún evento
¾ Tomas muchas por lo que dice el profesor, haz llegado cinco veces con
fuertes olores
¾ Solo fue una vez, lo que sucede es que soy un poco descuidada de mi
apariencia y la ropa siempre queda impregnada de olores. Entonces a veces no me
doy cuenta y me pongo lo que encuentro por el apuro
¾ O sea, nunca lavas tu ropa
¾ Bueno, pocas veces
¾ Ya veo Lara, dime ¿tienes novio?
¾ No
¾ ¿No? ¿No te gusta ningún chico?
No
pensaba decirle que no me importaban los chicos. Si le decía eso me iba a
soltar el disco de algo.
¾ Por ahora, solo me preocupo por mi estudios - mentí
¾ Ya veo Lara – vio su reloj – te dejo para que estudies, ¿Te parece si nos
vemos el próximo lunes?
¾ Claro, dígame podré ir a literatura rusa
¾ Por supuesto, pero lava tu ropa antes ¿eh? Una señorita debe estar muy limpiecita
¾ Gracias por el consejo, lo haré – le di la mano – ha sido muy amable.
Salí
casi corriendo de ahí y con una sonrisa en los labios, lo había logrado, me
zafe de la psicóloga, estaba completamente segura de que se había tragado todo
lo que le había dicho. Fui a clase de Literatura Contemporánea y no presté
atención a nada. Me puse a escribir un cuento donde mataba a Julieta. Cuando salí, me encontré con Mike. Tenía cara de feliz cumpleaños. No tenía
ganas de escucharlo, pero no tenía otra alternativa, ya había soltado el rollo.
¾ Me voy a ver a Ana Paula - dijo con una sonrisa en los labios
¾ ¿Qué? – le pregunte sorprendida
¾ Así como lo oyes, me dieron la visa, mi vuelo sale hoy a las diez de la
noche
¾ ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
¾ Por supuesto, Lara estoy feliz. Iré a traerla. ¿Puedes creerlo? ¡Vendrá
a Lima a vivir conmigo!
¾ Ella es una niña
¾ Tiene quince años, no es ninguna niña, además yo tengo veinte.
¾ Es menor de edad, Mikey piénsalo un poco por favor, no quiero que te
metas en líos
¾ No hay líos Lara, todo esta arreglado – sonrío – traeré a Ana Paula y
seremos muy felices juntos.
No le
dije nada más, sabia que estaba botando saliva en vano, Mikey era así de obstinado,
prefería no pelear con el, además tenia demasiadas cosas en la cabeza, como
pensar como controlar a Gerard y claro, encontrar a esa cabrona ladrona.
Seguimos
conversando de cosas que ni recuerdo, esas banales que siempre salen para no
quedar en silencio y tratar de distraer a la otra persona. No me atrevía a
contarle lo de Julieta, supuse que no quería darle más problemas de los que ya
iba a tener. Lo acompañe a comprar un regalo a Ana Paula, una pulsera de plata
con un dije de corazón, una cursilería, pero que mas, seguro la mocosa iba a
estar encantada. Mi celular sonó, era Gerard, me avisaba que no lo espere a
dormir en casa, que se quedaba con Frank. No me dejo hablar y me colgó. Ese era
otro terco. No quería imaginar como terminarían las cosas. La última vez, su ex
novio casi lo mata. Mi novia termino conmigo por su culpa. Mis viejos se fueron
de la casa. Mi cabeza iba a reventar.
Al día
siguiente todo estaba igual, vague por la universidad, fui a clases, la busque
disimuladamente, pero no la encontré. Gerard por su parte aparecía en casa sólo
para cambiársela la ropa. Lo mismo pasó el jueves y viernes. Mi hermano
desapareció todo el fin de semana. El sábado yo me emborrache hasta casi morir.
El domingo fue casi lo mismo, hasta que por la tarde media zombi, recibí una
llamada de Mikey. Pensé que ya lo habrían metido preso por sacar fuera del país
a una menor de edad. Su voz sonaba demasiado melosa, muy alegre. La odie. Me
pidió que por favor lo recoja del aeropuerto. El taxi que pidió le había fallado
y Ana Paula no quería tomar uno de la calle. Mocosa engreída.
Casi me
arrastré a la camioneta. No tengo idea como pude manejar de Chaclacayo hasta el
Callao, pero lo hice con cinco botellas de agua a lado, que me ayudaban a
mejorar la resaca.
Mi amigo
estaba esperándome junto a una chica pequeña que abría mucho los ojos. Ojo, los
abría no de curiosidad, si no, como de asombro. Parecía asqueada con todo.
Mikey me abrazo efusivamente, ella al ver eso, cruzo sus brazos y frunció el ceño. Por joderla,
alargué el abrazo. Lo peor que puede haber en este mundo es la gente celosa.
Mikey era mi mejor amigo, mi hermano y ella era una chiquita de quince años que
sabia solo le traería problemas.
¾ Ella es Anita – dijo con ojos de borrego degollado
¾ Hola – le dije y tendí la mano
Ella
sólo me levanto las cejas y se puso a besar a Mikey como si fuera a llevárselo a
la cama ahí mismo. No le metí un puñete porque Mikey era mi amigo. Subí a la
camioneta y ambos me siguieron. Se sentaron en la parte posterior. Quería matar
a Mikey.
¾ No voy a estar adelante sola, no soy tu chofer Mikey – le dije
¾ Lara no seas así, es nuestro primer día juntos aquí – dijo sin mirarme
Lo mire
con recelo y subí a la camioneta, no hable en el camino con ellos. Aunque
tampoco me hablaron ellos. No dejaban de decirse cursilerías y besarse, si
porque hacían unos sonidos asquerosos cuando sus labios chocaban. Me hice la loca,
y seguí manejando, el espejo
retrovisor estaba casi empañado con el sudor que había en la parte trasera de
mi camioneta. Al fin llegue al departamento de Mikey, ellos ni se inmutaron,
voltee a verlos y les informe que habíamos llegado. Me agradecieron, ella tenia
una sonrisa en el rostro y apretaba su cuerpo al de mi amigo, quería reírme por
su actitud infantil, por los celos que evidentemente me tenia, si a mi, sobre
todo a mi. No aguante mas y me reí mirándola, es que era tan chistosa
poniéndose en ese plan. Nos despedimos, los invite a comprar condones antes de irme.
En el camino me puse a pensar que a pesar de la edad de Ana, de que sabia que
habría problemas – no es que sea negativa, pero vamos es ¡obvio! – ambos estaban
enamorados. Mikey estaba feliz, había encontrado a alguien, se veía que se
querían muchísimo. Y yo, yo estaba sola otra vez.
Supongo
que en ese momento debí pensar en Emily, en lo que me hizo, pero la única
persona que vino a mi cabeza fue Julieta.
¿Dónde
estaría?
Pensé en
ella, y no entendía el porqué, debería tenerle cólera por haberme robado y
burlado de mí, pero no podía.
No podía
odiarla.
Suspire
y al fin llegue a mi casa, abrí una botella de vino y la termine en un
instante.
Quería
verla, aunque sabía que era un error.