jueves, 4 de marzo de 2010

El Sueño de un Caracol

El Sueño de un Caracol es un cortometraje alemán, cuyo nombre original es Schneckentraum. No me extrañaría que algunos de ustedes ya lo hayan visto o hayan oído hablar de la historia. Si ese no es el caso, pueden dirigirse a este link: http://www.youtube.com/watch?v=0iM1alyOR8w



La historia que les contaré podría ser la fiel réplica del cortometraje, pero sin la ficción y con un desenlace/final totalmente distinto.
Es un two-shot. Espero no se aburran. ¡Por favor! No se aburran ._. xd

#01

Victoria es una niña joven, de 16 años, que asiste a un colegio Católico mitad público, mitad particular.
Cuando su mejor amigo está a un día de cumplir años, ella se dirige a la panadería-pastelería más cercana en el centro de la ciudad. Sus pensamientos están concentrados en el Macarrón de nuez que debe comprar.
Al ingresar al establecimiento, un aroma a pan caliente invade su sentido del olfato. Camina con paso rápido hacia la custodia, donde un joven de lentes recibe sus bolsas con una amistosa sonrisa y le hace una simpática broma en relación a los globos inflados de helio que ella lleva consigo. Victoria sonríe de vuelta, sintiendo sus mejillas teñirse color carmín.
Ya conseguido el pastel y retiradas sus bolsas, encamina sus pasos hacia la salida, mientras escucha el apurado “chao” del joven.
Las imágenes de aquella tarde en la panadería-pastelería no se repetirán hasta que vuelva a visitar el mismo lugar. Y la verdad es que Victoria no tuvo que esperar mucho tiempo para que eso pasara.
Cada vez que tenía la oportunidad, ella caminaba nerviosa hacia la panadería-pastelería, solo para verlo a él. Primero, le pasaba de largo, sintiendo su mirada, sus ojos verdes posados en ella. Compraba, siempre, un jugo de naranja en botella, fingiendo estar deshidratada luego de una larga jornada de clases. Y, mientras pagaba, intentaba no mirar hacia el chico de la custodia, aunque, de vez en cuando, sus miradas se encontraban.
No pasó mucho tiempo antes de contarles a sus dos mejores amigos que tenía un amor platónico. Victoria ni siquiera conocía su nombre, no sabía su edad, y, sin embargo, él le gustaba, le encantaba y, con solo verlo, su corazón se ponía como loco y un calor intenso devoraba su rostro pálido. El chico de la custodia convertía su corazón en mantequilla y sus brazos y piernas en gelatina.
La joven, un par de meses después, ya cumplidos sus 17 años, decidió, siendo alentada por sus amigos, que debía hablarle, decirle un simple “hola”, o, aunque fuese, mirarle a los ojos cuando él la mirara a los suyos. Y así lo hizo.

-Hola, ¿cómo estás? -Dijo ella, intentando no tartamudear.
-Bien. ¿Tú? –Respondió, formando una juguetona curva con sus labios.
-Bien también. –Dijo ella fugazmente, sin dejar de sonreír.

Era esa una sonrisa que parecía tallada en su rostro de piedra granate piropo, indestructible. Aunque, como usualmente pasaba, se sintió tonta y ridícula después.
Debido a esto último, Victoria determinó no visitar nuevamente el recinto, pero si tomar el autobús para ir a casa en la parada que quedaba justo afuera del lugar.
Ese día, él la vio y ambos se sonrieron, intercambiando algunas miradas intermitentes. Pero, lo que vino después, ella no se lo esperaba.

-¿Cómo te llamas? –Le preguntó una chica que también trabajaba en la panadería-pastelería.
-Victoria… -Respondió ella, con rapidez, comprendiendo que quien realmente preguntaba era él.

Entonces, ella se giró, fingiendo que le era indiferente lo que acababa de suceder, pero luego, su amor platónico le hizo señas, para que se acercara.

-Hola, Victoria.
-Hola, Víctor –Saludó ella.

El rostro de él lucía asombrado al ver que Victoria conocía su nombre. Víctor no sabía que ella trabajaba de maneras misteriosas… (Bueno, en realidad, no hay nada de misterioso en que ella le haya preguntado su nombre a otro trabajador de la panadería-pastelería).
Hablaron un poco de música y descubrieron que tenían gustos similares. Él le contó que estaba en una banda, era el lead singer, y, además, dibujaba retratos y escribía canciones. Esto a ella le fascinó y puso toda su atención en él, aunque fuesen pocos minutos los que hablaron.
Victor le preguntó a Victoria en qué curso estaba, y ella le dijo que cursaba el tercero de enseñanza media. Fue el turno de ella para preguntar lo mismo, y él respondió con desdén…

-No, yo salí hace tiempo del colegio. Estuve un tiempo estudiando Diseño gráfico, pero no me gustó. Y ahora trabajo aquí.
-Oh… okay. –Él aparentaba mucha menos edad de la que tenía.

-¿Tienes algo que hacer el sábado?
-Mmm, si. –Fue la respuesta de Victoria- ¿Y tú?
-Si. Quería invitarte a una tocata en la cual participará mi banda.
-Oh.

Se lamentó, viendo que, por sus compromisos, había perdido una oportunidad para salir con Victor, su amor platónico… o, mejor dicho, su amor casi platónico.
Poco después, se despidieron. Él continuó trabajando y ella tomó el autobús a casa.

Las visitas siguieron ocurriendo. Conversaban amistosamente, hablando de cualquier tema, sonriéndose.
Y las ilusiones de la joven Victoria crecían a un ritmo acelerado, pero se sentía bien… se sentía tan bien poder hablarle, poder mirarlo a los ojos… y que él la mirara directamente en los ojos y le sonriera amablemente.
Cada vez que se veían (siempre en el trabajo de él), ella conseguía una sonrisa permanente y se reía cuando Victor la llamaba “prima”, para que su jefe no lo regañara por coquetear con la clientela.

-Aish, perdona que siempre venga a molestarte, pero tengo que hacer hora y me aburro si estoy sola. –Se excusó Victoria, haciéndose la desinteresada.
-Me gusta que vengas. –Le dijo Victor, sonriéndole cálidamente.
-Qué bien. –Un nuevo sonrojo de su parte.

Ya luego de unos minutos más, ella debía volver a casa. Le hizo un gesto con la mano, desde el otro lado del estante, y dio la vuelta rápidamente. Pero el sonido de su voz la detuvo.

-¿Qué? –Preguntó Victoria al voltear.
-No te despidas así. –Dijo Victor, saliendo de detrás del estante.

Ambos se acercaron. Ella muy nerviosa, él muy sonriente.
Cuando sus labios delgados tocaron la mejilla de ella, una corriente eléctrica recorrió su espina de abajo hacia arriba. Un acto tan simple como recibir un beso en la mejilla la hizo sentir como la vez que fue besada por primera vez en los labios.

Todo se vio tan color de rosas en ese instante.

3 comentarios:

Emily Lee dijo...

Que ternura *-* en serio awww muy tierno todo, me ha encantado la primera parte.
Victoria & Victor
wiii seguire leyendo *_*

María D'Lirio dijo...

tres palabras
ME MO-RI (?)
no, enserio me gusto mucho
esta bueno
aunque el corto es algo triste
tambien es tierno
jumjum
no creo que sea la fiel copia
recien en el primer capitulo ya note varias diferencias
ash, me voy a seguir leyendo el capitulo dos

Anónimo dijo...

esta linda la historia,
si hay sus diferencias,
pero igual me gusta,
por el corto...toy que lloro hecha una monce!
waaaaaaaaaaaaaaaaaa ='(