viernes, 20 de abril de 2012

El llamado

En su escritorio como de costumbre, se disponía a escribir un nuevo artículo para el diario, el día de hoy no era un tema muy emocionante " Los mejores lugares para visitar este verano con poco dinero " si bien podría ser un artículo de utilidad pública, no era lo que a ella le apasionaba escribir y tampoco podía aspirar a algo más, ya que sólo la tenían contratada para el área de entretenimiento, asi que se dispuso como todas las noches a investigar que podemos recomendarle al público para luego elaborar el artículo del día.

Eran aproximadamente las 2 de la madrugada, ella aun sentada en su escrirtorio, con su notebook y un café al alcance de su mano. Ya casi terminaba la edición del artículo cuando de un susto siente su celular vibrando en la mesita de centro, se levantó de la silla y cuando casi lo tiene en su mano éste deja de sonar, revisa la llamada y era un número desconocido. 


- Quién sería a esta hora? que recuerde no quedé de juntarme con nadie esta noche, esta bien debe ser número equivocado - pensó


Volvió a su escritorio, su café ya estaba frío, la inspiración se había ido por la ventana gracias a esa llamada de celular, pero aún así continuó con su trabajo hasta terminarlo. Por alguna extraña razón le había dado más importancia a aquella llamada perdida, esa sensación de no  saber quien quiere comunicarse contigo siempre la intrigaba, debido a su trabajo ella siempre andaba pendiente de su celular así que no era raro para ella contestar números desconocidos, pero dejó sus pensamientos de lado y se recostó sobre su cama.








Era un día como cualquier otro y David tomaba desayuno en su esquina favorita donde el solía decir "La creme dela creme" cada vez antes de entrar, pues allí servían el mejor capuccino del mundo, junto a unas galletitas recién horneadas. 
Ésta era su rutina cada domingo por la mañana, sentarse en la mesa 8 que daba a la ventana, leer el diario como de costumbre mientras esperaba su rico café, mirar por el gran ventanal a toda persona que pasara por fuera y le fascinaba inventar las conversaciones o pensamientos de cada uno de ellos, mirar a la señora gordita con su nombre bordado en el delantal blanco, y saludar cordialmente al personal del lugar.


Luego del desayuno, su domingo era más bien solitario, no le gustaban los lugares muy concurridos ni tampoco acostumbraba a visitar a su familia. David era un hombre más bien solitario pero para el la compañía se daba cada noche frente a su ventana.


Todas las noches se preparaba un café y sentado frente al televisor esperaba el momento oportuno para mirar por su ventana, pues frente a él existía lo más hermoso que no creyó ver nunca, era una mujer, bella, tímida, solitaria como también lo era él. Llevaba unos meses viviendo allí y tenía toda la historia de su vida escrita en un papel, cómo eran sus padres, si tenía novio o no, cuales eran sus hobbies, etc. Le llamaba Cristine, aunque sabía que su nombre no era ese, Cristine era su enamorada.


Solía mirarla cada noche escribiendo en su escritorio con una taza de café caliente, la distancia entre ellos no era mucha por lo que podía observar incluso el humo saliendo de su taza, y en él quedaba perdido por minutos hasta que volvía a observar ese rostro que lo tenía enamorado.


Nunca fue capaz de dirigirle la palabra cuando se topaban a la salida de los departamentos, pero sabía que cada palabra suya llegaría a él en la sección de entretenimiento del diario, fue ahí donde se hizo pasar por un escritor practicante y pidió sus datos para poder aportar con los artículos, así consiguió su teléfono.




Esa noche la observaba como de costumbre, miraba sus rizos oscuros como el azabache, esos labios que llamaban a ser besados, y esa piel tersa que le encantaría acariciar. Nunca se había atrevido a llamarla, invitarla a salir, ni siquiera inventar una escusa y hablarle en los pasillos, pero esta noche lo haría. 


Cuando miró la hora eran las 2 de la madrugada y no había hecho nada decidió tomar su celular y vacilante marcó su número, que por supuesto ya tenía programado en su celular, y esperó. La observó caminar hacia la mesa de centro, y cuando vio la mano acercarse al teléfono cortó, no pudo hacerlo, no pudo concretar el llamado. Qué estaba haciendo? Cómo era tan estúpido? así nunca lograría nada, así que cuando la vio alejarse la llamó nuevamente, no podía verla, estaba fuera de su campo visual por lo que que creyó que era más fácil.


Alguien contestó el celular, era ella, era su silencio, era su respiración, era su primer contacto, disfrutó del silencio hasta que ella habló.


- Alo?
- Alo?
- Hay alguien ahí?


Sólo quería escucharla nuevamente, ese fue el momento más maravilloso, escuchar su voz, tan delicada como ella, esa respiración por el teléfono, quedó anonadado y se fue a dormir pensando en que poco a poco se darían las cosas y por fin podría darse el valor de hablarle en persona.






A la mañana siguiente tocan a la puerta, se levantó lo más rápido que pudo, abrió y no encontró a nadie, miró al suelo y vió un papel con una sola frase escrita en él.








" Pensé que nunca lo harías "






1 comentario:

Arthemis Dench dijo...

Me encanto , muy muy bueno :D saludos!