martes, 20 de diciembre de 2011

La magia está en creer

Era un día como todos los demás, comenzó la jornada laboral en donde la gente iba y venía, algunos contentos, ansiosos y otros con un dejo de nostalgia, era noche buena. 
Recordé mis navidades anteriores todas con el sentimiento de la pequeña familia que hace algunos años había en casa, mamá y yo.

Aún sumida en el trabajo, me sumergía en recuerdos de días felices, y también en aquellos que no lo fueron, los cuales recordaba con mayor intensidad.

Esta noche sería distinta, la pequeña familia que tenía para noche buena ya no existía. Una noche como esta mi madre había decidido partir lejos de aquí, dejando una nota en un pequeño regalo la cuál decía:

 "La magia está en creer, aunque no puedas ver puedes sentir, entonces siénteme cuando yo no esté. La magia está en creer que siempre estoy junto a ti . . . Te ama mamá

Dentro de la cajita había una fotografía, era mi familia, papá, mamá y yo sonriendo en un lindo parque un día de vacaciones. Tiempos  en donde éramos una gran familia, tres personas que disfrutaban de su compañía, que se amaban, familia de la cual ya no queda nada más que sólo recuerdos.

Tiempo después supe que mamá murió a los días de haberse ido, estaba enferma y lo ocultó durante mucho tiempo. Todo calzaba y yo no lo pude ver, quiso morir en el mismo lugar que mi abuela, en un pequeño campo al sur de Chile, donde luego le di digna sepultura.


Volví de aquellos recuerdos, ya no importaba trabajar en noche buena, éste era sólo un día más.

Salí del trabajo y quise disfrutar la noche, caminé hacia mi departamento en aquella noche en donde el cielo estaba más oscuro de lo normal y las estrellas relucían de manera que parecían verdaderos brillantes en un manto negro. Me detuve en una plaza algo abandonada, el pasto amarillo, sin personas a mi alrededor y comencé a mirar el cielo detenidamente, mientras lo hacía varios pensamientos se posaron en mi mente, estaba sola una noche más. Miro las estrellas y veo el reflejo de mi rostro en ellas, era solitario, sin vida, inexpresivo, ante aquella revelación decidí partir, nada más podría reconfortarme que un café antes de dormir.

Llegué a mi departamento y allí estaba aquel árbol que cada año armaba con más fuerza y debajo de él, un sólo regalo, el regalo de mamá.





2 comentarios:

Laine dijo...

Me gustó mucho!!! :D

Emily Lee dijo...

Muy personal, tierno, sentido. Nostalgico a full, me gusto mucho cariño.
Suerte!